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el australiano brenton tarrant

El asesino de Nueva Zelanda quería seguir matando musulmanes

Según la primer ministra neocelandesa, tenía más armas en su automóvil. Ayer fue presentado ante un tribunal, que lo acusó por los 50 asesinatos que cometió.

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Dolor. Homenaje a las víctimas y el gesto desafiante de Tarrant. | afp y ap

El asesino de las mezquitas de Nueva Zelanda, el australiano Brenton Tarrant, que mató a 50 personas, habría continuado con su sangriento ataque si no hubiera sido detenido por la policía, reveló ayer la primera ministra neocelandesa, Jacinda Ardern.
   “Había otras dos armas de fuego en el auto en el cual el asesino se encontraba y su intención era sin duda la de continuar con el ataque”, explicó la primera ministra, que agregó que, según las investigaciones, Tarrant actuó solo.
   Ayer, el extremista de ultraderecha hizo el signo de los supremacistas blancos ante el tribunal de la ciudad de Christchurch, que lo inculpó por asesinatos.
  Ex preparador físico y “fascista” autoproclamado, Tarrant, de 28 años, escuchó impasible la lectura de los cargos en su contra durante una breve audiencia a puerta cerrada, a la que solo asistió la prensa por razones de seguridad.
De pie, esposado y ataviado con una bata blanca de detenido, Tarrant hizo con la mano derecha el signo de OK, uniendo pulgar e índice, utilizado en todo el mundo por los adeptos del supremacismo blanco.
Tarrant permanecerá en prisión hasta su próxima comparecencia, el 5 de abril.
En el exterior de la corte fueron desplegados agentes de la policía de élite fuertemente armados.

Terrorista. Tarrant mató el viernes a 49 personas, y ayer murió otra que estaba internada. Un total de 38 personas –incluidos menores de dos y cuatro años– seguían hospitalizadas tras el ataque.
La primera ministra Ardern calificó de “terrorista” el ataque y dijo que fue una de las “jornadas más sombrías jamás vividas por Nueva Zelanda”, y subrayó que las víctimas o heridos del atentado –el más sangriento de la época contemporánea contra musulmanes en un país occidental– venían de varios países musulmanes.
Portando un velo oscuro, la primera ministra neocelandesa se reunió este sábado con supervivientes y familiares de las víctimas, en un colegio que se transformó en centro de informaciones para los afectados por la matanza.
“Seguimos amando a este país”, afirmó, por su lado, Ibrahim Abdul Halim, imán de la mezquita de Linwood, una de las dos atacadas, y prometió que los extremistas “jamás mermarán nuestra confianza”.
La tragedia conmocionó a Nueva Zelanda, un país de cinco millones de habitantes, y donde solo el uno por ciento de la población se declara musulmán. En este país, que se enorgullece de ser un lugar apacible y acogedor, se registran apenas unos 50 asesinatos por año.
Un gran movimiento de solidaridad interconfesional se ha apoderado de todo el país, con millones de dólares de donaciones y compras de alimentos para las víctimas. Muchos neocelandeses se propusieron para acompañar a los musulmanes que tenían miedo a salir a la calle.
Al menos dos armas semiautomáticas, seguramente AR-15, y dos fusiles fueron usados por el agresor. Algunas armas habían sido modificadas para ser más eficaces, explicó Ardern.
El país había restringido la legislación de acceso a armas semiautomáticas en 1992 tras una matanza de 13 personas en la ciudad de Aramoana, en la Isla Sur.