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Washington
Cristopher Sean Harper-Mercer, el joven de 26 años que mató este jueves a nueve personas en un colegio comunitario de Oregon, estuvo un mes en un campo de entrenamiento básico del ejército norteamericano, donde fue dado de baja por no cumplir con los requisitos que exigía esa institución. El atacante habría recibido instrucción militar en 2008 en Fort Jackson, Carolina del Sur, según reveló ayer el vocero del ejército, Ben Garret.
El homicida, que fue abatido por la policía, también estudió a otros atacantes que perpetraron matanzas previamente.
Harper-Mercer llevaba puesto un chaleco antibalas y llevaba al menos seis armas y cinco rondas de munición extra cuando llegó al colegio para la masacre del jueves. Investigadores dijeron que encontraron otras siete armas en el apartamento donde vivía con su madre.
Las armas habían sido compradas legalmente en los últimos tres años, algunas por Harper-Mercer y otras por sus familiares, informó Salinas Nunes, agente asistente para la división de Seattle del Departamento de Alcohol, Tabaco, Armas de Fuego y Explosivos (ATF).
Taciturno, solitario y contrario a la religión: así lo describen sus vecinos y familiares. “Es demasiado pronto para decir cuál era su motivación al ingresar al campus del Umpqua Community College y dispararle a la gente”, dijo ayer el comisario local, John Hanlin.
Odio religioso. Según un hombre cuya hija resultó herida, el agresor ordenó a los estudiantes ponerse de pie si eran cristianos, antes de abrir fuego. “Decía: ‘Bien, porque si eres cristiano verás a Dios en un segundo’”, afirmó Stacy Boylan.
En medio del pánico, los estudiantes de esta universidad se protegieron como pudieron. Pero uno de ellos, un ex soldado, Chris Mintz, enfrentó al atacante. “Intentó bloquear la puerta para que no entrara, recibió tres balas, cayó al piso, miró al tirador y le dijo: ‘Hoy es el cumpleaños de mi hijo’. Y recibió dos disparos más”, contó Wanta Mintz, una sobreviviente del ataque.
Enojado. Según la policía, Mercer parecía ser “un hombre joven enojado, lleno de odio”. Botas, pantalón militar y camiseta blanca: todos los días se vestía de la misma forma, contaron los vecinos, que describieron al joven como alguien ansioso y taciturno que vivía con su madre.
“No era un tipo de persona muy amistosa”, declaró una vecina, Bronte Hart. “No quería tener nada que ver con nadie”.
Su media hermana, Carmen Nesnick, dio una imagen totalmente distinta: “Siempre colocaba a los otros antes que él. Quería que todo el mundo fuera feliz”, contó, asegurando que no estaba contra la religión y que su familia era cristiana. El caso desnudó otra vez el flagelo de la venta desregulada de armas.
Obama cuestionó al Congreso
Visiblemente irritado, Barack Obama aseveró ayer que la falta de iniciativas para establecer un control de armas en Estados Unidos es una “decisión política”, un día después de una matanza en una universidad en Oregon.
“Voy a politizar este asunto porque nuestra falta de acción es una decisión política que estamos haciendo”, dijo Obama, al disparar contra el Congreso, dominado por los republicanos, y contra la Asociación Nacional del Rifle, que hace lobby en contra de la regulación que propone el Ejecutivo. “Hay grupos que financian campañas y alimentan el miedo en la gente”, concluyó Obama.