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Desde Kuala Lumpur
La desaparición del vuelo MH370 de Malaysia Airlines se convirtió ayer en el incidente aéreo más asombroso e inquietante desde el atentado a las Torres Gemelas. El primer ministro de Malasia, Najib Razak, confirmó que alguien a bordo del avión lo desvió intencionalmente de su ruta prevista cientos de kilómetros hacia el oeste y desconectó los sistemas de comunicación. Así, la hipótesis de un accidente quedó casi descartada, y las pistas fortalecen la teoría de un secuestro.
El premier malayo declaró que los movimientos registrados del Boeing 777-200, desaparecido hace ocho días con 239 personas a bordo una hora después de despegar de Kuala Lumpur a Beijing, “son consistentes con una acción deliberada de alguien dentro del avión”. El anuncio implica un giro total en la investigación. Najib informó que fueron suspendidas las tareas de búsqueda en el Mar de China Meridional, donde los radares perdieron el contacto con la aeronave, y los rastrillajes se desplazarán hacia el área que habría sobrevolado el aparato luego de su desaparición.
“En vista de los últimos acontecimientos, las autoridades de Malasia han redirigido su investigación hacia la tripulación y los pasajeros a bordo”, indicó el premier, aunque evitó hacer comentarios acerca de si el avión fue secuestrado y aseguró que aún no se deshecha ninguna hipótesis sobre las razones por las que el vuelo se desvió tan radicalmente de su trayectoria original.
El MH370 salió de Kuala Lumpur a la 00.40 (hora local) del 8 de marzo, pero las comunicaciones con los controladores aéreos civiles se cortaron a la 1.20. Najib aseveró que los investigadores creen “con un alto grado de certeza” que el Acars (Aircraft and Communications Addressing and Reporting System) fue desactivado antes de que alcanzara la costa este de Malasia, y que pocos minutos después alguien a bordo apagó el transpondedor que comunica a la aeronave con el control aéreo civil.
Luego, el aparato dio la vuelta y voló en dirección oeste, por encima de la península de Malasia, antes de girar hacia el noroeste. El primer ministro agregó que radares de la Fuerza Aérea detectaron señales de que el avión se internó en el estrecho de Malaca, entre la costa oeste de Malasia y la isla indonesia de Sumatra.
La última señal chequeada entre el avión y los satélites se produjo a las 8.11 de la mañana, siete horas y 31 minutos después del despegue. El Boeing tenía combustible para volar ocho horas. Las autoridades pudieron determinar que esa última señal detectada se produjo en uno de dos posibles corredores aéreos: uno en el norte, que va del norte de Tailandia a la frontera entre Kazajstán y Turkmenistán; y otro en el sur, que lleva de Indonesia al sur del Océano Indico. “Los equipos de investigación están haciendo cálculos que indicarán hasta dónde pudo volar después del último lugar de contacto”, señaló Najib.
La policía allanó ayer la casa del piloto del MH370, Zaharie Ahmad Shah, de 53 años, en busca de alguna pista. Una de las teorías en danza apunta a un posible suicidio del piloto, como se sospecha que ocurrió en otras tragedias aéreas, como la de SilkAir en 1997 y la de EgyptAir en 1999. Pero la foja profesional de Zaharie es intachable y no deja dudas sobre su salud mental.
Sea cual fuere el motivo del desvío, lo que es seguro es que alguien con conocimientos de pilotaje iba al mando en ese momento: el Boeing siguió una ruta entre wayponts, puntos de coordenadas precisas de longitud y latitud que sirven a los pilotos para navegar a lo largo de corredores aéreos.
Ante las nuevas evidencias, otra pista que podría reflotarse es la de dos iraníes que abordaron el avión con pasaportes robados. En un principio, las autoridades habían descartado que su presencia en el vuelo se relacionara con un plan terrorista. Ahora, nadie se atreve a despreciar ninguna teoría. Mientras tanto, 54 barcos y 48 aeronaves de catorce países participan de la búsqueda.
