Iré a votar al centro de convenciones de Miami Beach. Mi voto lo tengo decidido hace ya bastante tiempo. Votaré con entusiasmo por la señora Keiko Fujimori. Quienes me conocen saben que hace varios años vengo diciendo que la señora Fujimori será la próxima presidenta del Perú. Es lo que sinceramente deseo por el bien de los peruanos.
Lo que no estaba en mis cálculos, y no deja de sorprenderme, es que, según las encuestas más confiables, el señor Ollanta Humala pasará a la segunda vuelta. Felicitaciones al señor Humala. Debe de haber hecho las cosas bastante bien para estar cómodamente instalado en el primer lugar de las preferencias.
No parece conveniente insultar al señor Humala ni a sus votantes. Ha sido inteligente y tenaz en presentarse como el cambio más radical o la oposición más firme a un gobierno que es repudiado por dos de cada tres peruanos. Tal vez por eso, y porque en los últimos cinco años ha hecho una campaña discreta y eficaz en todo el Perú, el señor Humala está cosechando ahora lo que ha sembrado con diligencia. Creo que es una buena persona con malas ideas.
Un gobierno del señor Humala pondría en riesgo la democracia peruana (pues, como es bien sabido, el señor Humala admira a dictadores como Hugo Chávez y Fidel Castro) y frenaría al crecimiento económico sostenido de los últimos veinte años, que ha logrado rebajar la extrema pobreza en el Perú.
El señor Humala dice ahora que su modelo o arquetipo o inspiración es Lula da Silva y no Hugo Chávez. Me reservo el derecho de no creerle del todo. Una vez en el poder, creo que el señor Humala será un fiel amigo y dócil aliado del dictador venezolano. Yo entrevisté a Hugo Chávez cuando era candidato a la presidencia venezolana en 1998. El señor Chávez me dijo en tono conciliador y moderado que discrepaba radicalmente del modelo cubano de Fidel Castro.
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