Agresivo estratega, Gari Kasparov (www.kasparov.ru) se labró a fuerza de partidos ganados la reputación de ser un genio del ajedrez. Y en el terreno político, no parece ser menos combativo: tras poner fin a su carrera en los tableros, el ex campeón mundial se ha convertido en un destacado crítico del Kremlin. Ahora, como presidente del Frente Cívico Unido, se dispone a democratizar Rusia sin su presidente, Vladimir Putin.
Hijo de un judío alemán y una armenia, Kasparov comenzó a destacar desde muy joven en una Unión Soviética loca por el ajedrez. Con sólo 16 años, Harry Weinstein –ese era su nombre de pila– obtuvo el título de Gran Maestro Internacional y ganó medallas de oro en las olimpíadas de ajedrez.
En 1985, Kasparov se enfrentó a su compatriota Anatoli Karpov en un torneo legendario que, con sólo 22 años, lo convirtió en el campeón mundial de ajedrez más joven de la historia. Durante veinte años, este incómodo y polémico genio defendió su posición en la cima mundial del ajedrez.
Tras despedirse de los tableros en 2005, Kasparov se volcó en la política de su país, pregonando incansablemente su visión de una nueva Rusia con una “verdadera” democracia y economía de mercado.
“En la Rusia de Putin tenemos un Parlamento de marionetas, jueces marionetas y marionetas en las pantallas de televisión, cuyos hilos mueve el Kremlin”, suele afirmar. Y exige a Occidente que deje de ennoblecer como democracia el sistema de Putin.
Hace mucho que este célebre provocador incomoda a la cúpula del Estado. Como candidato a las elecciones presidenciales de 2008, Kasparov deberá superar –sobre todo en las regiones– los obstáculos de la burocracia cuando se produzcan cortes de electricidad, le nieguen salas o le prohíban convocar manifestaciones.
Con todo, las encuestas revelan un bajo apoyo para Kasparov. Según los observadores, se debe en parte a que, al igual que otros políticos de la oposición, el ex campeón de ajedrez es ignorado por los medios estatales. Además, Kasparov se ha convertido en el blanco de las organizaciones juveniles fieles al Kremlin.
En abril de 2005, un estudiante lo atacó con un tablero de ajedrez. Sin embargo, pese a las leves heridas que sufrió en la cabeza, no perdió el sentido del humor: “Menos mal que en la Unión Soviética era tan popular el ajedrez y no el béisbol”, señaló en aquel entonces.
Fuente: DPA