El cuestionado gobernador de Oaxaca, en el sur mexicano, Ulises Ruiz, resiste casi en soledad las presiones del Congreso para renunciar al cargo, tras la irrupción de policías federales (PFP) en la capital del distrito, donde se registraron violentos enfrentamientos con manifestantes.
Ayer, luego de presentarse sorpresivamente en una conferencia de prensa en la casa de gobierno de Oaxaca, el gobernador volvió a salir del estado mientras unos 2.000 de sus seguidores salieron a las calles de la capital para manifestarle su respaldo.
"¡Ulises no se va, la APPO ya cayó y Ulises levantó!", "¡Fox: actúa ya hoy", gritaban los simpatizantes del gobernador, en su mayoría militantes del Partido Revolucionario Institucional (PRI, oposición a nivel nacional) al que pertenece Ruiz.
Sin embargo, el gobernador sigue acorralado luego de que el lunes las dos cámaras del Congreso lo exhortaran a analizar su eventual renuncia.
Sucede que la muerte en Oaxaca de Bradley Will, camarógrafo de la cadena independiente Indymedia, detonó diversos pronunciamientos de repudio a nivel internacional y, un día después, el presidente Vicente Fox ordenó enviar fuerzas federales a la turística ciudad provocando violentos disturbios con los manifestantes que se encontraban en el Zócalo, la plaza principal del estado.
Por su parte, integrantes y simpatizantes de la Asamblea Popular de los Pueblos de Oaxaca (APPO) que se mantienen en poder de la Universidad Autónoma de Oaxaca (UAO) lanzaron un llamado de “alerta máxima” ante la probabilidad de que los agentes de la Policía Federal Preventiva (PFP) incursionen en breve a esa casa de estudios.
Quien también se manifestó en las últimas horas sobre el conflicto, fue el líder de la oposición, Andrés Manuel López Obrador, que exigió la celebración de nuevas elecciones en Oaxaca, la salida de la PFP, libertad de presos políticos y castigo a responsables de crímenes para poner fin al conflicto.