Ansa
Brasilia
Tras la humillante derrota de la selección brasileña de fútbol contra Alemania, la presidenta Dilma Rousseff parece haberse decidido a avanzar contra la Confederación Brasileña de Fútbol (CBF), con la que mantiene un largo enfrentamiento. El comité de campaña por la reelección de Rousseff emitió ayer una declaración escrita en la que aseveró que en la CBF “impera un sistema que no nos recuerda en nada a una institución democrática y transparente”.
Fue luego de que la mandataria propusiera esta semana una “renovación” de las estructuras del poder futbolístico y de que el ministro de Deportes, Aldo Rebelo, hablara el jueves de una “intervención indirecta” del Estado para ejercer un mayor control sobre las finanzas del fútbol local.
La nota fue publicada por el Partido de los Trabajadores (PT) en el sitio web de la campaña electoral de Rousseff, quien buscará un segundo mandato en los comicios de octubre. El partido de gobierno disparó directamente contra el presidente de la CBF, José María Marín, y su antecesor, Ricardo Teixeira, quien gobernó los destinos del fútbol brasileño entre 1989 y 2012 y tuvo una pésima relación con la jefa de Estado. Según el comunicado del PT, “en el último cuarto de siglo, apenas dos figuras, nada amistosas, comandaron la CBF”.
Kennedy Alencar, columnista político de la radio brasileña CBN, de la cadena Globo, comentó que “las relaciones entre Dilma y la Confederación nunca fueron buenas, y además la presidenta no olvida el paso de Marín por la última dictadura militar”, de la que fue funcionario. Según el analista, la iniciativa del gobierno para ejercer una mayor vigilancia sobre la contabilidad de la CBF y los clubes “es válida para corregir los desvíos financieros que existen en el fútbol brasileño”.
Los cruces del PT con la dirigencia del fútbol se enmarcan en el enfrentamiento que existe entre Rousseff y la FIFA, a la que el gobierno ha criticado por las condiciones leoninas que impuso para organizar la Copa del Mundo en Brasil. La Justicia brasileña avanzó en los últimos días en una investigación sobre la reventa ilegal de entradas, que podría involucrar a personal de la Federación. Al mismo tiempo, la presidenta aborrece a Teixeira y tiene una relación distante con Marín.
Hace dos semanas, la consultora Datafolha publicó una encuesta en la que Rousseff había subido del 34% al 38% en su intención de voto. Los analistas se preguntan ahora si el triste final del Mundial para Brasil influirá o no en la carrera electoral.