El misterioso “affaire DSK”, que por sus teorías conspirativas emula novelas escritas por John Le Carré, esconde una trama argentina. El mánager general del Sofitel Nueva York, Jorge Tito, tiene un pasado porteño: trabajó entre 2008 y 2010 en el hotel ubicado en Arroyo 841, a metros de la ex embajada de Israel.
En agosto del año pasado, el directivo, de nacionalidad portuguesa, fue trasladado a la sede de la cadena francesa en la Gran Manzana, en el corazón de los Estados Unidos. Allí, la noche del 13 de mayo vivió el escándalo más grande de su carrera profesional: el ex director del FMI habría abusado sexualmente de una mucama guineana de 32 años, identificada extraoficialmente como Nafissatou Diallo. Desde ese entonces, los flashes de la prensa mundial se posaron sobre el establecimiento comandado por el directivo portugués.
“Lamentablemente no puedo ayudarlo”, contestó Tito a PERFIL por correo electrónico desde Nueva York, al evadir preguntas sobre el caso y derivar a este diario a los responsables de prensa de la empresa Accor, de capitales franceses y propietaria de la cadena Sofitel.
Tito fue el encargado de firmar el comunicado inicial del hotel, en el que había defendido la labor de la demandante. “Nuestra empleada trabaja en Sofitel NY desde hace tres años y brinda una satisfacción completa tanto en lo que concierne a la calidad de su trabajo como a su comportamiento”, explicó por ese entonces el manager general del hotel.
Cuando estalló el escándalo, desde el socialismo francés apuntaron contra Accor, por sus presuntos vínculos con el presidente francés Nicolas Sarkozy. “Conozco lazos entre la dirección de seguridad del Grupo Accor y ciertos servicios especiales franceses”, declaró el diputado socialista François Loncle. El legislador galo hacía referencia a René-Georges Querry, jefe de seguridad del grupo y ex responsable de la Unidad francesa de Coordinación en la lucha contra el terrorismo, que habría informado a Ange Mancini, jefe de Inteligencia de Sarkozy, sobre la detención de Strauss-Kahn.
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