Además de morir como un ícono de la vanguardia tecnológica, Steve Jobs será recordado desde hoy como uno de los responsables del nacimiento de un tipo de cine que reimpulsó a la industria de Hollywood.
En 1985, Jobs renunció a Apple, la compañía que había fundado y se encerraron en una guerra judicial (años más tarde volvería para transformarla en una de las empresas más valiosas y probablemente la más vanguardista del mundo de la tecnología).
Durante el siguiente año, a través de una serie de adquisiciones, formó a la moderna Pixar, el estudio de cine de animación que comandaba John Lasseter y que luego revolucionaría a Hollywood.
El primer cortometraje de Pixar fue Luxo Jr. en 1986. Y en sólo dos años la joven compañía ganaría su primer premio Oscar, por el corto Tin Toy.
A partir de 1991, luego de una serie de cambios estructurales en la firma, Pixar firma un acuerdo con los estudios Disney para empezar a producir largometrajes de animación por computadora.
En 1995 se estrena Toy Story, que se transforma en un éxito de taquilla e inaugura un estilo de películas que apelarían a grandes y a chicos, ganarían premios y aplausos de la crítica, y, sobre todo, recaudarían millones de dólares.
Jobs aparece como productor ejecutivo de la inolvidable primera entrega de Toy Story y supuestamente no habría tenido intervención directa sobre otros films. Sin embargo, los creadores de inolvidables historias de Pixar siempre le dedicaron agradecimientos en los créditos. Son los casos de las multipremiadas Wall-E y Up!, así como la tercera parte de Toy Story.
Entre otros títulos que ya son clásicos de Pixar están Buscando a Nemo, Cars, Ratatouille, Monsters Inc., Bichos y Los Increíbles.