El jefe del grupo paramilitar Wagner dijo este lunes que su marcha sobre Moscú "fue una clase magistral" sobre cómo podría haber sido la invasión de Ucrania en Rusia e insistió en que nunca se propuso derrocar a Vladimir Putin sino evitar que el Kremlin tomara el control de su ejército mercenario.
Yevgueni Prigozhin negó de esta forma, en un mensaje de audio, que quisiera tomar el poder en Rusia y justificó que su rebelión abortada tenía el objetivo de salvar su organización y poner en evidencia los "graves problemas de seguridad" en el país.
En su primer mensaje de audio publicado desde que pusiera fin a su rebelión de 24 horas, Prigozhin no reveló su paradero y explicó: "El objetivo de la marcha era no permitir la destrucción del grupo Wagner y responsabilizar a aquellos que con sus acciones poco profesionales cometieron un número considerable de errores durante la operación militar especial" en Ucrania.
Según él, la marcha de sus hombres hacia Moscú "evidenció los graves problemas de seguridad en el país" porque pudieron apoderarse sin mucha resistencia del cuartel general del ejército en la ciudad de Rostov así como de varias instalaciones militares, recorriendo 780 kilómetros antes de detenerse "a poco más de 200 km de Moscú".
Si las fuerzas de Wagner no avanzaron más fue, según Prigozhin, para no "derramar sangre rusa". También dijo que no quería "derrocar" al presidente Putin y aclaró que tenía el apoyo de los civiles que se cruzó durante la marcha.
"Los civiles nos recibieron con banderas rusas y con el símbolo de Wagner", afirmó. "Todos estaban muy felices cuando pasábamos", dijo y describió a sus combatientes mercenarios como "quizás la unidad más experimentada y efectiva en combate en Rusia, posiblemente en el mundo".
En su mensaje, Prigozhin también volvió a afirmar que derribó aviones de la fuerza aérea rusa.
La "montaña rusa" del amotinamiento contra Vladimir Putin
El jefe del Grupo Wagner lleva meses acusando al ministro de Defensa, Serguéi Shoigú, y al jefe del Estado Mayor ruso, Valeri Guerásimov de incompetencia y de haber enviado a decenas de miles de soldados a una muerte segura.
Según él, el ministerio trató de desmantelar a Wagner para absorberlo dentro del ejército y luego bombardeó uno de sus campamentos, matando a treinta personas, una acusación que el ejército ruso niega. Este lunes volvió a afirmar que la compañía militar privada había hecho "una enorme cantidad de trabajo en interés de Rusia".
Durante 24 horas, las fuerzas de Prigozhin se apoderaron de varias instalaciones militares de la ciudad estratégica de Rostov del Don, en el suroeste de Rusia, y recorrieron 600 km en dirección a Moscú.
En Rostov, sus combatientes fueron aclamados cuando abandonaron el cuartel general militar que habían tomado, desde el que se coordinan las operaciones en Ucrania. La rebelión terminó tras un acuerdo en virtud del cual Prigozhin obtuvo garantías de inmunidad para él y sus hombres a cambio de poner fin a la sublevación. Según el Kremlin deberá exiliarse en Bielorrusia.
La rebelión de Wagner: ¿hacia el principio del fin de Putin?
La rebelión de los mercenarios expuso debilidades en la posición del presidente ruso y plantea interrogantes sobre las crecientes amenazas que se ciernen sobre su supervivencia política, afirman los analistas.
Varios observadores apuntan que todavía es pronto para determinar qué consecuencias tendrá esta asonada para Putin, de 70 años, y que gobierna Rusia desde hace casi dos décadas y media desde la renuncia en 1999 de Boris Yeltsin, el primer presidente después del fin de la Unión Soviética.
En un momento en el que Rusia sostiene una invasión contra Ucrania, la rebelión expuso como una imagen ilusoria la idea de Putin como un hombre fuerte y todopoderoso y mostró a un político con fragilidades, que lucha por controlar a facciones enfrentadas.
"Putin y el Estado sufrieron un golpe duro, que va a tener repercusiones importantes para el régimen", afirmó Tatiana Stanovaya, fundadora de la consultora R. Politik.
El jefe de la diplomacia de Estados Unidos, Antony Blinken, declaró el fin de semana que la rebelión expuso "verdaderas fisuras".
Las agrias luchas internas que revela la revuelta, incluida la disputa personal entre Prigozhin y el ministro de Defensa ruso, Serguéi Shoigu, demostraron que Putin ya no está posicionado cómodamente en un sistema vertical de poder. Además, las fuerzas armadas no pudieron impedir que los combatientes de Wagner tomaran el centro de comando del ejército ruso en Rostov.
La revuelta se extinguió en unas horas, pero las imágenes de Prigozhin y sus combatientes tratados como héroes en Rostov colocan al Kremlin en una situación incómoda.
Para Kirill Rogov, director de la consultora Re: Russia, "este no es el final de la historia, es el comienzo. Las rebeliones militares, incluso las que fracasan, muchas veces en la historia son el preludio, el inicio de un proceso".
Para Mark Galeotti, director del centro de estudios Mayak Intelligence, "nada de esto implica que el régimen vaya a colapsar pronto", pero señaló que la rebelión "lastra la capacidad, la fuerza y la credibilidad del Estado y acerca el día en el que este régimen caiga".
"Mi conclusión es que Prigozhin y Wagner perdieron", afirmó Michael Kofman, director de estudios sobre Rusia del Centro de Análisis Navales (CNA). "Pero Putin también perdió y el régimen está herido. Queda por ver cuáles serán las repercusiones en el largo plazo".
El silencio del Kremlin
Prigozhin, un empresario millonario que fue aliado de Putin, puso fin a su rebelión el sábado por la noche a cambio de la promesa de inmunidad del Kremlin para él y sus hombres. Pero el lunes, todas las agencias de noticias rusas anunciaron que la investigación criminal contra él por "llamar a un motín armado" seguía abierta.
Esta crisis representa el mayor desafío que Vladimir Putin ha enfrentado desde que llegó al poder en 1999, unos hechos que revelan "verdaderas fisuras" al más alto nivel del Estado ruso, estimó el domingo el Secretario de Estado norteamericano, Antony Blinken.
El motín de Wagner muestra claramente que el asalto a Ucrania fue un "error estratégico", dijo el jefe de la OTAN, Jens Stoltenberg. Muchos analistas apuntan que la crisis en Rusia podría debilitar a las fuerzas rusas en el terreno y beneficiar a las de Kiev, que libran una difícil contraofensiva durante varias semanas.
Putin denuncia la entrada de Wagner en Rostov como un acto de "traición" y una "puñalada" a Rusia
La viceministra de Defensa ucraniana Ganna Maliar anunció el lunes nuevos avances frente a las fuerzas rusas con la reconquista de 17 km2 de terreno adicional contra las fuerzas de Moscú, lo que lleva a un total de 130 km2 los avances desde principios de junio.
Putin reapareció este lunes por primera vez desde el final de la revuelta en un video en el que se dirigía a un foro dedicado a la juventud y la industria, sin mencionar los hechos. Según el Kremlin, también se reunió con el presidente iraní, Ebrahim Raisi, y el emir de Qatar, quienes mostraron su "apoyo" al líder ruso después de la rebelión armada.
Putin no habló públicamente de la rebelión desde su discurso televisado del sábado, en plena crisis, en el que acusó a Prigozhin de traición. Su ministro de Defensa, Serguéi Shoigú, que desapareció durante la rebelión del jefe de Wagner, principal objeto de sus críticas, reapareció también este lunes en un video pasando revista a las fuerzas rusas en Ucrania.