Italia es una república parlamentaria, cuyo presidente y jefe del Estado es fundamentalmente un garante de la Constitución. Su mandato dura siete años y, si bien no tiene facultades políticas directas, sus prerrogativas permiten un diálogo institucional con el parlamento, el gobierno y la magistratura. El presidente reside en el Palacio del Quirinal de Roma, y representa la unidad nacional. Debe ser ciudadano italiano, tener más de 50 años y gozar de sus derechos políticos y civiles, pero la norma no escrita sugiere que además debe ser una persona actualmente no identificable con un partido, y que haya presidido una de las cámaras del Parlamento.
El desarrollo del voto prevé que ambas cámaras se reúnan “en sesión común” en el Palacio de Montecitorio, sede de la Cámara de Diputados, por ser la más grande. La elección incluye a los parlamentarios, los senadores vitalicios y tres delegados por región: un total de 1.009 grandes electores que ejercen su voto, uno a la vez, ingresando en unas cabinas especiales de madera, llamadas catafalcos, y depositando un papel con el nombre de la persona elegida. Si bien el voto es secreto, muchos electores lo “firman” con diversas fórmulas, por ejemplo escriben “Prof. X”.
Jugadores en disputa. En los primeros tres escrutinios, el mínimo de votos es de 2/3 del total de electores, o sea 673. Pero a partir de la cuarta votación, el número se reduce a la mayoría absoluta, es decir 505 (solo en dos ocasiones no se llegó al cuarto voto). Por ende para elegir al jefe del Estado se necesitan dos elementos: un acuerdo transversal entre varias fuerzas políticas, porque ningún partido tiene 505 grandes electores. Y por otro, se requiere táctica. A menos que haya un apoyo extraordinario para alguno de los “candidatos”, indicar un nombre para los primeros tres escrutinios equivale a descartar a esa persona, que quizás podría llegar con la mayoría absoluta.
Pese a que su partido no es el principio de la derecha, Berlusconi va a todo o nada
El presidente actual, Sergio Mattarella, fue propuesto en 2015 por el Partido Democrático (PD), que contaba con 420 grandes electores. El entonces secretario del PD, Matteo Renzi –actual líder de Italia Viva–, lo propuso luego del tercer voto, y Mattarella resultó electo al cuarto escrutinio, con una mayoría amplia, de 665 votos.
En esta legislatura, el espacio conformado por los tres partidos de derecha cuenta con unos 460 electores, más que el PD en 2015. Esto sugiere que la derecha debería dar las cartas, pero hay divisiones internas. Además, Silvio Berlusconi, socio de la coalición, quiere ser presidente a toda costa y llegó a amenazar con retirar a Forza Italia del gobierno, de no ser elegido. El Movimiento 5 Estrellas, que formalmente es el partido mayoritario en el Parlamento, está desarmándose y sus legisladores no siguen una misma línea. A su vez, el PD (centro-izquierda) no encuentra una dirección clara. Los líderes respectivos, Giuseppe Conte y Enrico Letta, intentan mostrarse unidos publicando tuits con idéntico contenido.
Escenarios posibles. El Parlamento fue convocado para comenzar el procedimiento el 24 de enero, aunque los escrutinios pueden desarrollarse durante toda la semana. Hay tres escenarios posibles: en el primero, el espacio de derecha indica un nombre que encuentra el consenso del área de centro e incluso parte de la centro izquierda, reuniendo los votos necesarios con un acuerdo transversal.
Hay tres escenarios factibles para resolver una votación que surge muy compleja
En el segundo, el Parlamento elige a Mario Draghi, actual presidente del Gobierno, y el ejecutivo completa la legislatura hasta el voto, en 2023, con las mismas fuerzas y un nuevo líder. Sobre esto, Draghi está guiando un gobierno exitoso en índices económicos, campaña de vacunación y recuperación general de la pandemia. Puede permanecer en el gobierno, con el riesgo de ser reemplazado luego de las elecciones políticas de 2023, o puede convertirse en el próximo presidente de la República, posición en la que contaría menos pero permanecería durante un mandato más largo.
En el tercer escenario, que es muy improbable, Berlusconi consigue que toda la derecha vote compacta con él como candidato: una especie de balotaje entre él y otro candidato.
En un país en el que los gobiernos duran, en promedio, poco más de un año, la presidencia de la República es una institución política estable y respetada por los ciudadanos. Desde la soledad del Quirinal, la colina más alta de Roma, el próximo jefe del Estado cubrirá tres legislaturas: lo esperan el primer Parlamento reducido luego del recorte, la actuación del fondo extraordinario de recuperación de la Unión Europea y posibles cambios en el equilibrio político italiano.
*Licenciado en Ciencias Políticas por Sapienza, Universidad de Roma. Master en Ciencias Políticas por la Universidad de Amsterdam.