Hasta hace muy poco, el conservadurismo imperaba en la armada estadounidense en lo relativo a cuestiones de género. Recién en el año 2011 se derogó la política conocida como “Don´t ask, don´t tell” (no preguntes, no digas) que impedía formar parte del ejército a las personas abiertamente homosexuales.
Si bien la anulación de esta política discriminatoria resultó ser una buena noticia para Shane Ortega, no contemplaba su caso particular. Aún así, en ese año, decidió iniciar su proceso de transición hacia la transexualidad, con la intención de convertirse en hombre. Con su decisión, desafió al poderoso ejército norteamericano, dado que en la actualidad no existe política que integre a las personas transexuales.
Shane tuvo suerte, porque a pesar de haber iniciado su transición transexual antes de que existiera una política que lo habilite para ello, sus superiores no consideraron que el cambio de género ponga en entredicho su habilidad para servir en el ejército. Así, el soldado Ortega inició un largo camino de reivindicación de sus derechos LGTB, que poco a poco comienza a dar sus frutos.
Su determinación, ha provocado que el Pentágono decida crear un grupo de trabajo cuya misión es establecer dentro de los próximos seis meses la hoja de ruta para la integración definitiva de los transexuales en el ejército de EE.UU.
Aún queda un largo camino por recorrer para que los soldados transexuales del ejército norteamericano puedan disfrutar plenamente de su identidad sexual. Las estadísticas señalan que en la actualidad son más de 15.000 que, como Ortega, figuran en los registros oficiales con el sexo no deseado y que no pueden mostrarse como realmente son y sienten.