Los militares que hablan con la prensa en el Pentágono han incluido nuevas variables en sus análisis. Saben que el público norteamericano no está muy contento con el “tercer frente” abierto en Libia, y reconocen por lo bajo que el Comandante en Jefe, o sea el presidente Obama, les está controlando minuciosamente lo que hacen, cuánto gastan y qué alternativas se presentan día tras día.
Como dando detalles “contables”, en minuciosos reportes van presentando cuenta de todas las operaciones que se están llevando a cabo. Hasta el momento han gastado, en una semana, la friolera de 550 millones de dólares, pero dicen que en el futuro solo va a costar mantener esta “guerra” unos 40 millones por semana. La razón: van a dejar de utilizar los misiles Tomahawk, que salen casi un millón de dólares cada uno. En el ataque inicial, las fuerzas norteamericanas dispararon desde buques y submarinos, unos 214 misiles, dirigidos a blancos relacionados con satélites, centros de comunicación y control, líneas de abastecimiento y aeropuertos. Esto abrió la oportunidad para entrar en una segunda fase, ahora sin resistencia aérea y antiaérea de Kadafi.
“Estamos cambiando los planes”, explicaba ayer el almirante William Gortney en el Pentágono. “Tenemos que continuar aplicando presión a las fuerzas de Kadafi. Creo que vamos a lograr mejores resultados con operaciones aéreas controladas”. Se sabe que las “misiones” estarán dirigidas a las columnas de tanques del ejército libio, que entran en colisión directa con decenas de “camionetas pickup” de los rebeldes, haciendo por lo general que éstas huyan despavoridas.
Para combatir a los “convoys militares” de Kadafi van a intervenir ahora los AC-130. Dicho avión, que de afuera parece idéntico al conocido Hércules, está preparado para el combate intensivo, y lleva varios ametralladoristas a bordo. Su poder de fuego es inmenso, pero se trata de unidades lentas, que se usan para combate militar en amplios espacios, como las rutas desérticas de Libia o en las afueras de las ciudades. Al moverse más despacio que un jet, están expuestos a recibir un impacto de misiles tierra-aire. “Sabemos que es más peligroso” explicaron los militares del Pentágono a la prensa por lo bajo, pero “mucho peor sería que erremos un misil cuando estamos operando en otro tipo de combate, contra unidades terrestres en movimiento”. Un misil errado en una casa llena de civiles sería lo último que buscan.
El presidente Obama dio a entender su visión en el día de ayer en un discurso público: “Ampliar nuestra misión más allá sería un grave error”, dijo. Obama evita por ahora utilizar tropas. “Nuestra misión por ahora es evitar el ataque a los civiles y seguiremos los mandatos de la Resolución 1973 del Consejo de Seguridad”, explican los militares.
Lo que se cree es que este “tercer frente” es en realidad una enorme operación de desgaste. Pero la misma será lenta o seguirá hasta que el mismo Kadafi diga basta, y decida terminar con su largo mandato de 42 años en el poder.
(*) Especial para Perfil.com