La crisis desatada esta semana entre el presidente estadounidense, Donald Trump, y su par de Brasil, Luiz Inácio “Lula” da Silva, tiene un trasfondo de recelos, cuestiones comerciales y diferencias ideológicas bastantes profundas.
Si bien Trump viene afirmando en público que su ofensiva arancelaria contra Brasil se debe a la persecución judicial contra el expresidente Jair Bolsonaro, un histórico aliado, detrás hay otras cuestiones como el creciente poder de los Brics y las duras restricciones a las plataformas estadounidenses.
Lobby en Washington. “Brasil parpadeó ahora en el radar de Trump porque el juicio a Bolsonaro está avanzando y hay legisladores republicanos que llevaron el tema a la Casa Blanca”, señaló Leonardo Paz, politólogo de la Fundación Getúlio Vargas.
El diputado Eduardo Bolsonaro, hijo del expresidente, se mudó meses atrás a Estados Unidos, donde hace lobby para que el gobierno de Trump presione a las autoridades brasileñas, incluso a magistrados que juzgan a su padre.
Señalado por Lula como instigador de la escalada, el hijo de Bolsonaro había anticipado días atrás en X que pronto se conocería una “novedad llegada de Estados Unidos” sobre Brasil. Y apuntaba justamente a esta decisión de Trump de aplicar aranceles del 50% a productos brasileños.
Jair Bolsonaro enfrenta un juicio ante la Corte Suprema por supuestamente haber intentado impedir la asunción de Lula tras las elecciones de 2022. Si se lo halla culpable podría recibir hasta 40 años de prisión.
El juez de la Corte Alexandre de Moraes, a quien Bolsonaro ha llamado “dictador”, ordenó investigar si la campaña bolsonarista ante Washington configura un intento de obstruir el juicio.
El jefe de la diplomacia estadounidense Marco Rubio habló en mayo de una “gran posibilidad” de que Estados Unidos sancione a Moraes.
Bolsonaro llama a Trump su “amigo” y dice que ambos han sido víctimas de “persecución” judicial.
El conflicto “afectará la imagen de Bolsonaro” y está ayudando a la “movilización de la izquierda” en Brasil, explica una fuente del entorno de Lula.
“Razones no económicas”. Al anunciar los aranceles a Brasil, Trump afirmó que Estados Unidos tiene “déficit” comercial con el país sudamericano.
Pero las cifras oficiales brasileñas muestran un superávit sostenido estadounidense durante los últimos 16 años, que representó casi 284 millones de dólares en 2024. Estados Unidos es el tercer socio comercial de Brasil, después de China y la Unión Europea.
Trump anunció aranceles para todas las exportaciones brasileñas a Estados Unidos, cuyos rubros principales son el petróleo bruto (12%) y los productos semiterminados de hierro y acero (9,7%).
Brasil importa principalmente motores y máquinas no eléctricas (16%) y combustibles (10%).
Brasil y la regulación digital. Trump también habló en su carta de “cientos de órdenes de censura secretas e ilegales contra plataformas de redes sociales estadounidenses” emitidas por la Justicia brasileña.
Brasil impulsa políticas y leyes para una mayor regulación de internet contra noticias falsas y discursos de odio.
En la misma línea que defiende Lula, la Corte Suprema brasileña endureció en junio la responsabilización de las plataformas por los contenidos de usuarios, en un proceso inédito en América Latina.
El juez Moraes ordenó en febrero la suspensión en Brasil de la red Rumble, de amplio uso en ambientes conservadores estadounidenses, por incumplir órdenes judiciales. La empresa demandó al magistrado ante la Justicia de EE.UU.
El juez brasileño ya había ganado protagonismo internacional en 2024, cuando bloqueó temporalmente la plataforma X en Brasil hasta que acatara órdenes de eliminar cuentas acusadas de desinformar.
La vidriera de los Brics. Además de un “aprovechamiento ideológico” del caso Bolsonaro, en el gobierno brasileño atribuyen la embestida de Trump a “la incomodidad que causó la fuerza de los Brics”, bloque integrado por Brasil, Rusia, India, China y Sudáfrica, que se presenta como alternativa al G7.
En plena reunión del bloque en Río de Janeiro, Trump amenazó con nuevos aranceles a países que se “alineen” con los Brics. El grupo evitó confrontar con Washington, pero Lula sí lo hizo al declarar que Trump se cree un “emperador”, lo que despertó el enojo del estadounidense.