El paciente terminal "no sólo tiene el derecho de rechazar el encarnizamiento terapéutico" sino que en ciertos casos ese rechazo "es un deber", pues negarse a esos excesos "no constituye de por sí una forma de eutanasia", informó hoy la Pontificia Academia para la Vida.
La oficina del Vaticano, que tendrá el lunes y el martes próximos un congreso internacional en esa ciudad, aclaró el punto de vista católico sobre las cuestiones controvertidas sobre la intervención médica en la frontera entre la vida y la muerte.
"El encarnizamiento terapéutico se define como una intervención no adecuada al logro de determinados objetivos en relación con la conservación de la salud del paciente y a la prolongación de la vida", dijo hoy Maurizio Calipari, teólogo moralista de la Academia pontificia.
El prelado, que además es profesor de Bioética en el Instituto Juan Pablo II para los estudios sobre matrimonio y familia, definió el exceso terapéutico como "las maniobras que no dan ningún beneficio al paciente, o causan beneficios tan leves que no compensan los efectos colaterales de las curas o que, incluso, provocan daños".
Fuente: Télam