Francfort, Alemania - En los supermercados Edeka del suroeste de Alemania, el cliente puede optar por pagar sus compras con su huella digital: una práctica sencilla que dura un segundo y que tiene mucho éxito.
"Uno de cada cuatro clientes paga con el dedo", explican en Edeka-Sudwest, la dirección regional de Edeka, que ha equipado a 70 tiendas con este sistema. Para poder recurrir a esta modalidad de pago es imprescindible dejar la huella digital en la tienda, la dirección y las referencias bancarias. El supermercado se encarga de cobrar directamente.
Edeka planea extender el sistema a otros 200 puntos de venta. Dentro de poco también será posible pagar con la huella digital en almacenes de bricolaje o en "biergarten" (cervecerías callejeras), así como en ciertas escuelas.
"Pensábamos que sólo los clientes jóvenes estarían interesados, por aquello de la técnica", cuenta Stefan Sewster de la empresa IT-Werke que ha equipado unas 150 tiendas en Alemania. "Nos hemos equivocado de plano. Casi dos tercios de los usuarios tienen más de 40 años", precisó.
"Algunos clientes mayores de 70 años utilizan este sistema", confirma Georg Meisberger de Globus Warenhaus, en Sankt Wendel (Sarre). "Para las personas de edad, precisamente, este modo de pago es un alivio absoluto, pues ya no tienen que memorizar claves ni rebuscar en el bolso los anteojos y el dinero en efectivo". El dedo, nadie lo puede olvidar, bromea el responsable de IT Werke.
La inversión es alta --unos 2.000 euros para equipar una caja con ese sistema de pago--, pero los comerciantes dicen que les compensa: menos dinero en metálico, un tratamiento de la clientela mucho más rápido y ninguna comisión por la gestión de las tarjetas de crédito.
Por el contrario, la innovación es vista con inquietud entre los responsables de la protección de los datos privados, muy atentos siempre en Alemania. "Al no ser obligatorio, este sistema es jurídicamente inatacable", reconoce Bettina Gayk, portavoz de la oficina de protección de estos datos del estado regional de Renania del Norte-Westfalia. "Nosotros desaconsejamos desvelar sin precauciones los datos privados", porque las huellas digitales, estima, están al alcance de los falsificadores, que las pueden imitar con silicona. Ulrich Binnebssel, experto en nuevos sistemas de pago de la asociación comercial HDE, rechaza este argumento. "La huella digital no es memorizada como lo hace la policía, sólo sus puntos más importantes".
Los falsificadores no podrían reproducir una huella a partir de esos datos memorizados en una caja de supermercado. Intentar pagar con un pulgar de silicona a la vista de la cajera sería más difícil, según Stefan Sewster, que "forzar en pleno día un cajero automático con un camión".
Los datos biométricos formar parte de la vida diaria en numerosos lugares de Alemania y no sólo en zonas de alta seguridad como aeropuertos o centrales nucleares. Para entrar en el parque zoológico de Hannover (norte), los abonados anuales son identificados mediante reconocimiento facial. Para las huellas digitales se contemplan otras aplicaciones: en ocho escuelas, los niños van a poder pagar las comidas en parte con el dedo. Stefan Sewster tiene una idea para convencer a los padres: para que sus hijos no se alimenten sólo de chocolate y sodas, se pueden establecer limitaciones en la cuenta correspondiente a la huella digital, para bebidas o golosinas.