Los resultados electorales del 17 de septiembre en la región de Mecklemburgo Antepomerania, al este de Alemania, horrorizaron a más de uno: los neonazis del Partido Nacionaldemócrata de Alemania (NPD) obtuvieron el 7,3 por ciento de los votos.
La tendencia, en alza en varios países europeos, parece ser consecuencia del vacío que dejaron los partidos tradicionales entre los más necesitados.
“La situación de muchas personas que viven aquí es muy difícil. Se sienten abandonadas y creen que los partidos tradicionales no tienen nada que ofrecerles”, le dijo al diario español El País, Karl Georg Ohse, titular del Equipo Asesor Móvil de la Cultura Democrática, una asociación que intenta frenar el avance neonazi.
Aunque el odio del Partido se concentra en los inmigrantes, los neonazis ya comprendieron que les va mejor si cambian de estrategia y esconden sus intenciones. Ya no van de matones persiguiendo extranjeros.
“ En este partido no hay rapados. No sé a qué se refiere”, responde a El País, el responsable regional del NPD, Stefan Koster.
Se dieron cuenta que el cambio de táctica les da mejores resultados en los comicios. “Se han dado cuenta de que tienen mucho más éxito con esa imagen inofensiva de vecinos amables que cuidan su jardín”, dijo la periodista Astrid Geisler, especialista en el avance neonazi en la región de Mecklemburgo.
Lo cierto es que hay una continuidad histórica: el este de Alemania es la zona adonde el partido de Hitler reclutó a más adeptos. Pero después de la caída del nazismo, la República Democrática Alemana (RDA), al este del muro de Berlín, nunca se preocupó por combatir a los “ultra”.
La tradición se transmitió de generación en generación.
En Europa. A medida que crece el número de inmigrantes en el oeste europeo –provenientes de África, Sudamérica y Europa oriental- el rebrote neonazi se extiende.
En España, según El País, hay más de 10 mil personas que militan en grupos “ultra” y neonazis, que pese a que están divididos en diferentes partidos mantienen el odio a los extranjeros como postulado común.
En Austria, los partidos de extrema derecha superaron el 15 por ciento de los votos en las elecciones legislativas del 1 de octubre.
En Francia, el ultraderechista Jean Marie Le Pen tiene entre el 10 y el 15 por ciento de intención de voto para el año que viene.
En Dinamerca, el Partido Popular danés forma parte de la mayoría parlamentaria y representa al 13,3 por ciento de los electores.