En pleno escándalo sentimental por una supuesta infidelidad a su pareja, el presidente francés François Hollande fue recibido ayer por el papa Francisco en una audiencia de 35 minutos en el Vaticano. Hollande acudió sin su pareja, Valérie Trierweiler a su cita en la Santa Sede: por fortuna para él, normas vaticanas no escritas excluyen que un presidente no casado por iglesia se presente con la primera dama frente al Pontífice.
El jefe de Estado galo –laico y separado– no contrajo matrimonio con Trierweiler, por lo que ayer se ahorró uno entre tantos dolores de cabeza desde que la revista Closer reveló su presunta relación paralela con la actriz Julie Gayet. A las 11.30 de la mañana, Hollande pudo presentarse solo en la sala de Tronetto y estrechar la mano del Papa sin tener que explicar por qué no estaba acompañado.
Se le notó un dejo de tensión en la cara antes de cerrar la puerta de la sala. “Santo Padre, estoy muy feliz de que me reciba aquí”, dijo Hollande, visiblemente emocionado. La “defensa y promoción de la dignidad de la persona, la familia y la bioética” fueron el núcleo del temario que tocaron ambos líderes, según comunicaron luego los voceros vaticanos.
Fuera de la sala, periodistas y funcionarios eclesiales se hacían la misma pregunta: ¿el Papa se habrá permitido una digresión sobre el pobre corazón de su huésped? ¿Habrá misericordia papal o castigo para el pobre Hollande? En los pasillos vaticanos, casi todos apostaban por la misericordia. El hecho de que Francisco lo haya recibido en medio de un escándalo por adulterio fue interpretado como un gesto político que podría molestar a los sectores más conservadores de la Iglesia Católica.
Francisco recibió a Hollande en la puerta de la Biblioteca del Palacio Apostólico saludándolo con un: “Señor presidente”. El mandatario le llevó de regalo un libro sobre San Francisco de Asís. Antes de la audiencia, el clima no era el mejor: había alerta máxima por una amenaza de bomba en la Plaza de San Pedro. Una llamada anónima había hecho movilizarse a los policías bajo el columnado de la plaza para encontrar un artefacto que nunca apareció.
Pocas horas antes de la llegada de Hollande, una bomba de fabricación casera había estallado cerca de San Ivo de los Bretones, una iglesia francesa, causando sólo algunos daños materiales. Por esa razón, cuando Hollande entró al Vaticano, los agentes de seguridad franceses y la gendarmería vaticana vigilaban hasta el vuelo de las moscas sobre la plaza.
Poco más de media hora duró el cara a cara con el Papa. Había temas pesados sobre la mesa: las leyes sobre el matrimonio homosexual, un proyecto de ley sobre la eutanasia y el relajamiento de las condiciones para el aborto que tienen lugar en Francia (ver aparte). Hay quienes creen que Francisco aprovechó el momento de debilidad de Hollande para presionarlo en torno a esos temas. El francés, por su parte, espera sacar beneficios de su encuentro con el Papa, que podría ser visto como un gesto por el electorado francés católico.
La conversación entre ambos fue reservada. Según lo que se supo a través de un comunicado de la Santa Sede, el mandatario francés le pidió al Papa que reciba a la Coalición Nacional Siria, principal grupo de la oposición al régimen de Bashar Al Assad, para hacerles ver que “la paz se alcanza también a través de una solución política”.
Hollande se ha mostrado convencido de que Ginebra II, la conferencia sobre Siria que se celebra por estos días en Suiza, “representa una gran oportunidad para la paz” y de que “el objetivo debe ser llegar a una transición” política en el país en guerra.
En la delegación francesa que saludó al Papa tras la reunión estaba también el sacerdote Georges Vandenbeusch, quien fue liberado a finales de diciembre luego de haber sido secuestrado en Camerún.
Según el propio Hollande, el diálogo también giró sobre los preparativos para la Conferencia de Cambio Climático que se celebrará en 2015. A propósito de las catástrofes naturales, Jorge Bergoglio dejó una frase para los titulares: “Dios perdona siempre, los hombres a veces y la naturaleza nunca”. No faltaron quienes vieron en ese pasaje de su discurso un sutil mensaje al adúltero Hollande.
Aborto en la agenda
AFP/AP desde París
François Hollande arribó al Vaticano para reunirse con Francisco en un momento algo incómodo. Francia dio esta semana un paso decisivo para flexibilizar la legislación sobre aborto. La Asamblea Nacional aprobó un artículo de un proyecto de ley sobre la igualdad de género que suprime la noción de “desamparo” como requisito para que una mujer pueda interrumpir voluntariamente un embarazo.
El texto legal que se discute estos días en el Palais Bourbon, a instancias de la mayoría parlamentaria socialista, indica que una mujer tiene derecho a abortar si “no desea proseguir un embarazo” y aumenta los montos de las multas y sanciones para quienes obstaculicen tal derecho. Como es sabido, Francisco se opone fervientemente a cualquier legislación a favor de la interrupción voluntaria del embarazo.
Por esa razón, el temario que ambos líderes tocaron en la Santa Sede incluyó la cuestión de la “defensa de las personas, la familia y la bioética”. En los últimos días, Jorge Bergoglio incluso había manifestado su apoyo a manifestaciones de sectores católicos franceses que protestaron contra el proyecto en el Poder Legislativo. La nueva norma suprime otra que estipulaba que la mujer debía estar “en situación de desamparo” para poder abortar.