INTERNACIONAL
vientos de cambio en europa

Es poco lo nuevo que avanza

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Las numerosas y coloridas listas de izquierda que le dieron la vida (y la victoria) a Syriza en Grecia y que contribuyeron al crecimiento de Podemos en España son un fenómeno que tiene sus raíces fundamentalmente nacionales. No es una moda que, como la moda, produjo imitaciones, pero, por ejemplo, en Italia, más que imitaciones exitosas, lo que encontramos es el florecer de las ilusiones. También en otras partes, en Europa, aparecieron listas de izquierda en la misma izquierda, desde los Piratas suecos y alemanes hasta la Alternativa para Alemania, pero demostraron que no consiguieron afirmarse en el electorado. El elemento común a todas las nuevas listas de izquierda es la insatisfacción en las capacidades de representación de los partidos de izquierda, a menudo socialistas. En Grecia, esos partidos, más precisamente el Pasok, se derrumbaron y sus potenciales electores se dejaron convencer por Tsipras. En España, el PSOE se mantiene, pero en la oposición, mientras que Podemos creció gracias a la afluencia de jóvenes sin antecedentes, pertenencias partidarias y lealtades electorales. Por otra parte, en Alemania, Suecia, Noruega, Francia y Gran Bretaña, los partidos socialdemócratas y laboristas están en el gobierno y consiguen demostrar la inutilidad de un enfrentamiento con ellos. Por el contrario, cuando el desafío se presenta, se manifiesta mucho más a la derecha que a la izquierda. Aquí está el segundo elemento común: la oposición al euro, la crítica a la UE, la reaparición de un nacionalismo xenófobo (y, a veces, antisemita).

Pensar que éstas son posiciones que prenuncian un futuro practicable me parece francamente no sólo un error, sino una enorme estupidez (una tontería monumental). En el caso de las derechas se trata simplemente de su incapacidad para llegar a la modernidad. En los casos de Syriza y Podemos, hay un poco de infantilismo, destinado a pasar con el tiempo. Hay también una recuperación de la política de los buenos sentimientos: ayudar a los más débiles. Y hay, finalmente, un poco de miedo al futuro y a la competencia global que mancomuna a algunos sectores de derecha, como lo ha demostrado, no casualmente, la alianza antinatural de gobierno entre Syriza y los Griegos Independientes.

En la medida en que son “nacionales”, los fenómenos de izquierda y derecha serán confrontados por los partidos tradicionales. En la medida –variable– en que son antieuropeos, podrán ser combatidos por el Parlamento y la Comisión Europea. Aunque está absolutamente fuera de moda sostener que el horizonte de Europa es luminoso, ésta es mi posición. La UE tiene aún enormes espacios por mejorar desde el punto de vista de la eficiencia, la desburocratización y la democracia. Las nuevas derechas son viejas, pero están destinadas a perdurar. Existen en todas las democracias, incluida la de los Estados Unidos y las de toda América Latina. En cambio, las nuevas izquierdas están destinadas a durar poco, l’espace d’un matin, para luego retroceder. Merecen un poco de atención, pero los analistas deben tener una mirada más amplia. El futuro es de los partidos que, a pesar de todo, supieron reformarse constantemente desde hace más de ciento cincuenta años. n

*Politólogo italiano.
Traducción: Guillermo Piro.