A principios de este año, un ciudadano norcoreano identificado como Kim logró escapar de Corea del Norte junto a toda su familia y una urna que contenía las cenizas de su padre. Huyó por tierra y mar, teniendo que enfrentarse, entre otras cosas, a un campo minado y noches tormentosas en medio del agua.
Según detalló la BBC, Kim, quien pidió que no se use su nombre completo por seguridad, escapó del territorio norcoreano junto a su esposa embarazada, su madre y la familia de su hermano, convirtiéndose todos en las primeras personas que escaparon este año de Corea del Norte y lograron llegar al Sur.
Kim y su familia se fugaron durante una noche tormentosa, aprovechando que el mar embravecido haría que todos los barcos de vigilancia se retiraran. Previamente, debieron dormir a los hijos de su hermano con pastillas, para luego cargarlos a través de un campo minado en medio de la oscuridad.
Todo el grupo avanzó lentamente, esquivando los rayos de los reflectores de los guardias, hasta llegar a su barco de huida. Una vez allí, escondieron a los niños dentro de sacos de grano, para simular que se trataban de bolas de herramientas, y partieron con rumbo a Corea del Sur.
Los hombres viajaron armados con espadas y las mujeres con veneno. Además, cada uno llevaba una cáscara de huevo ahuecada y rellenada con chile en polvo y arena negra, un arma casera pensada para ser lanzara en la cara de los guardacostas en caso de producirse un enfrentamiento.
"Ha habido mucho sufrimiento", lamentó Kim al dialogar con la corresponsal Jean Mackenzie, con quien se encontró a en las afueras de Seúl en compañía de un policía vestido de civil, una medida de seguridad que se aplica para los desertores recientes tras ser liberados del centro de reasentamiento al que envían a los norcoreanos que llegan al Sur.
En su país de origen, antes de la pandemia, el norcoreano se ganaba la vida vendiendo artículos en el mercado negro, particularmente motocicletas y televisores contrabandeados desde China. Aunque cuando las fronteras se cerraron, como consecuencia de la pandemia de Covid-19, pasó a la compra y venta de verduras, ya que todos necesitaban comer.
Kim vendía sus productos de forma encubierta en casas o callejones. "Si alguien nos denunciaba, recogíamos la comida y corríamos, como un saltamontes", recordó. "La gente venía a mí y me rogaba que les vendiera. Podía pedir el precio que quisiera", detalló e indicó que gracias a eso él y su esposa podían cenar estofado, casi un lujo en Corea del Norte.
El norcoreano afirmó sentirse decepcionado del sistema a temprana edad, cuando aún era pequeño, aunque con uso de razón, y se sentaba con su padre a mirar televisión surcoreana en secreto, ya que vivían muy cerca de la frontera y podían sintonizar los canales del otro territorio. Las imágenes de un país donde la gente era libre cautivaron a Kim.
El hombre fue creciendo, indignándose cada día más por la corrupción, el maltrato y las constantes injusticias vividas en el Norte. Entre otras cosas, recordó una ocasión donde los agentes de seguridad norcoreanos allanaron su casa y sentenciaron: "Todo lo que tenéis pertenece al Estado. ¿Crees que este oxígeno es tuyo? Bueno, no lo es, bastardo".
Según relató Kim, en 2021 se conformaron fuertes equipos de represión para detener lo que el Estado consideraba "comportamiento antisocial", deteniendo e intimidando gente arbitrariamente. En este contexto, el delito más grave era consumir y compartir información externa al país, sobre todo surcoreana.
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"Una vez que te atrapan, te disparan, te matan o te envían a un campo de trabajo. Son despiadados, todo el mundo está asustado", detalló el norcoreano, quien aseguró que las autoridades buscaban castigar con dureza para sentar precedentes al respecto.
Kim pensó muchas veces en escapar de Corea del Norte, pero no soportaba la idea de dejar atrás a su familia, hasta que en 2022 se propuso convencerlos de escapar con él. Primero logró convencer a su hermano, ya que este junto a su esposa dirigía un negocio ilícito de productos de mar y en aquella época el gobierno había tomado duras medidas contra los vendedores no oficiales, impidiéndoles pescar.
Los hermanos planearon la huida durante siete meses, aprovechando que vivían en un pequeño pueblo pesquero en el extremo suroeste del país, cerca de la frontera con Corea del Sur, lo que les ofrecía una salida alternativa pero arriesgada: el mar.
Antes que nada necesitaban permiso para acceder al agua, por lo que el hermano de Kim se inscribió en un plan en una base militar cercana, donde se enviaba a civiles a pescar y vender para pagar equipo militar. A su vez, el norcoreano comenzó a acercarse y amigarse con los guardacostas que vigilaban la zona, obteniendo información sobre sus movimientos, protocolos y patrones de control.
Una de las partes más difíciles, según relató Kim, fue convencer a su madre y a su esposa de acompañarlo, ya que ambas se opusieron en un principio. Ambos hermanos convencieron a su madre casi a los gritos, mientras que él convenció a su esposa cuando esta se enteró que estaba embarazada. "¿Quieres que nuestro hijo viva en este infierno?", le cuestionó.
Con miedo a que los oficiales norcoreanos profanaran la tumba de su padre al enterarse de su huida, los hermanos lo desenterraron y lo quemaron en el desierto circundante, para llevarse sus cenizas con ellos. Además, días antes inspeccionaron el campo minado que tendrían que atravesar, trazando una ruta clara para seguir en la oscuridad.
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Finalmente, el momento de huir llegó la noche del 6 de mayo, momento en el que zarparon con rumbo a Corea del Sur, viajando de forma lenta, esquivando rocas y arrecifes y rogando pasar desapercibidos ante los radares. Una vez que se sintieron seguros, continuaron su viaje a toda velocidad, cruzando la frontera marítima en pocos minutos.
"En ese momento, toda mi tensión se liberó. Sentí que estaba colapsando", expresó Kim quien aseguró que todo había salido según lo planeado. "Fue como si los cielos nos ayudaran", expresó.
El grupo encendió sus luces cerca de la isla surcoreana de Yeonpyeong y fueron rescatador por la marina después de pasar casi dos horas en el mar. Tras el rescate, todos fueron interrogados por el servicio de inteligencia de Corea del Sur, para comprobar que no fueran espías, y luego fueron llevados a un centro de reasentamiento.
La familia dejó el centro y pasó a vivir en un departamento en octubre, mes en el que la esposa de Kim dio a luz y, aunque aún tienen algunos inconvenientes para adaptarse al cambio, el norcoreano no se arrepiente de su decisión. "El mundo que imaginé y el mundo en el que ahora estoy navegando físicamente se sienten muy similares", concluyó.
AS./fl
