Estados Unidos se convirtió en el nuevo epicentro de la pandemia global de coronavirus, con un aumento descontrolado de casos confirmados, que ascendieron ayer a más de 97 mil infectados –la cifra más alta del mundo- y 1.475 muertos, según datos recabados por la Universidad John Hopkins. Con un Donald Trump errático y en modo proselitista, hospitales al borde del colapso en Nueva York, y contagios en todos los Estados del país, la Casa Blanca intentaba pegar un golpe de timón y reaccionar ante un “enemigo invisible” que amenaza no sólo la salud pública del país, sino también su economía y su liderazgo en la escena internacional.
El dato más preocupante es la aceleración de los casos en las últimas 24 horas, cuando se reportaron cerca de 18 mil nuevos infectados y 345 muertos. Preocupado por una pandemia que amenaza con sepultar su presidencia, el presidente exhortó ayer a los fabricantes de automóviles Ford y General Motors a comenzar “inmediatamente” a producir respiradores para responder a la crisis sanitaria. “¡General Motors debe abrir inmediatamente su estúpidamente abandonada planta de Lordstown en Ohio, o alguna otra planta, y comenzar a hacer respiradores ahora!”, aseveró en su cuenta de Twitter.
Si bien la mortalidad es más baja que la de Italia, China, España e Irán, el panorama luce sombrío para la superpotencia mundial. Las fallas en los kits distribuidos por el Centro de Control y Prevención de Enfermedades (CDC) fue “el pecado original” de Estados Unidos. Pero el problema que enfrenta el país excede a los análisis de Covid-19 o la insuficiente cantidad de respiradores para la cantidad potencial de personas que podrían contagiarse. En Estados Unidos también escasean los barbijos, guantes y otros insumos médicos, que habitualmente son importados de China; el sistema sanitario tiene menos camas per cápita que Italia. El Gobierno, habituado al negacionismo científico, subestimó la amenaza a la salud pública.
Reacción. La Cámara de Representantes aprobó ayer un histórico paquete de 2 billones de dólares para enfrentar la crisis sanitaria y evitar que la mayor economía del mundo caiga en una recesión duradera. La ley, que será promulgada por Trump, otorga 100 mil millones de dólares para hospitales y 30 mil millones para financiar la investigación en vacunas y tratamientos virales.
China. Luego que Trump llamara “virus chino” al Covid-19, el presidente y Xi Jinping dialogaron ayer por teléfono, donde acordaron que los dos países se “unirán contra la epidemia”. “China está dispuesta a seguir compartiendo sin reserva informaciones y experiencias con Estados Unidos”, dijo Xi.
Ese cooperación es indispensable si la Casa Blanca quiere aumentar la importación de insumos médicos y antibióticos. Los hospitales en New York, el epicentro del brote en Estados Unidos, estaban ayer abrumados por los crecientes casos de Covid-19. El gobernador Andrew Cuomo anunció que los respiradores se compartirán entre dos personas, una práctica inédita que desnuda la escasez de equipamiento. Según un estudio de la Universidad de Pennsylvania, si las medidas de distanciamiento social reducen en un 95% la tasa de contagios, aún 960 mil estadounidenses necesitarían ser internados en terapia intensiva. Los 180 mil respiradores que hay en los hospitales serían insuficientes para atender a tantos pacientes. “Estoy horrorizado como estadounidense. El país puede tener el peor brote del mundo industrializado”, afirmó el epidemiólogo Seth Berkley, director de la Alianza de Vacunas Gavi.
Trump, que hasta el momento pareció más interesado en responsabilizar a Beijing y a los gobernadores que ordenaron cuarentenas, podría, sin embargo, beneficiarse del poder de fuego de la Reserva Federal para evitar el colapso de su economía, mientras los laboratorios buscan una vacuna. “Si mantiene medidas de aislamiento, si los estadounidenses se adhieren al distanciamiento social, si se puede testear a la población y producir suficiente barbijos, existe la posibilidad de que el país aún pueda evitar las peores predicciones y controlar la pandemia”, escribió Ed Yong, periodista de Ciencia de The Atlantic.
El desafío que enfrenta Estados Unidos es enorme.
Derrumbe de Wall Street
Wall Street se derrumbó ayer tras tres sesiones en positivo, a pesar de la promulgación por parte de Donald Trump de un paquete de reactivación económica por 2 billones de dólares para combatir los efectos de la pandemia de coronavirus.
El Dow Jones Industrial Average cayó 4,1%, mientras el tecnológico Nasdaq perdió 3,8% y el S&P 500 de las mayores empresas que cotizan en bolsa cedió 3,4%.
El barril de petróleo, en tanto, terminó con una nueva caída de casi 5%, en un mercado muy volátil que enfrenta una demanda en baja y una oferta abundante de crudo.
El barril de WTI cotizó a 21,51 dólares en Nueva York, un 4,8% por debajo de su cierre del jueves.
En tanto, el Brent del mar del Norte perdió un 5,4%, colocándose a 24,13 dólares el barril.
