Un total de 44,5 millones de franceses están llamados a las urnas este domingo para la primera vuelta de unos comicios, cuyos resultados abrirán una nueva era política tras doce años de presidencia de Jacques Chirac.
Independientemente de quien se proclame vencedor el 6 de mayo, en la segunda ronda, una nueva generación de dirigentes asumirá el poder tras estas elecciones, precedidas de una agitada campaña y de la publicación de sondeos dispares que sólo coinciden en el alto nivel de indecisión de los votantes.
Por ello, los comicios presidenciales en Francia provocaron un inusitado interés entre los ciudadanos y atrajeron la mirada atenta y curiosa del extranjero.
Los dos favoritos, el conservador Nicolas Sarkozy, de 52 años, y la socialista Ségolène Royal, de 53 años, conscientes del divorcio existente entre la clase política y los ciudadanos, prometieron abanderar una nueva forma de gobernar más cercana al pueblo.
Otro ingrediente novedoso en el menú electoral fue la entrada en la competencia de un tercer hombre, el centrista François Bayrou, de 55 años, que podría recabar el voto desencantado de la derecha y la izquierda y acabar así con la alternancia bipartidista que marcó los gobiernos de los últimos 25 años.
Más allá de su ideología política, l os 12 candidatos que se presentan a estas elecciones prometieron dar una nueva imagen a una Francia estancada que busca su lugar en el mundo globalizado y no encuentra respuestas para las grandes angustias de sus ciudadanos, comenzando por el alto nivel de desempleo o la pérdida de poder adquisitivo.
Los electores, por su parte, siguieron con entusiasmo esta campaña y aunque millones de ellos todavía no saben a quién votarán el domingo, todo indica que acudirán en masa a las urnas, a diferencia de las últimas presidenciales de 2002, en los que el 28,4% se quedó en casa en la primera vuelta.
Prueba de este interés es que casi dos millones de franceses -un récord absoluto- se inscribieron en el último año en las listas electorales, los debates televisivos registraron audiencias sin precedentes y miles de personas abarrotaron los mítines electorales.
El fantasma de Le Pen. Los franceses tienen muy fresco en la memoria el inesperado paso a la segunda vuelta en 2002 del líder de la extrema derecha, Jean Marie Le Pen, que eliminó al socialista Lionel Jospin y provocó una verdadera hecatombe política. El conservador Chirac, hoy de 74 años, ganó entonces la segunda ronda por una mayoría aplastante.
Al cierre de la campaña, el viernes a medianoche, momento a partir del cual la ley francesa prohíbe publicar sondeos, el resultado de mañana seguía siendo una verdadera incógnita y las hipótesis de cara a la segunda vuelta se multiplicaban.
El que fue ministro del Interior hasta marzo, Nicolas Sarkozy, aparece como favorito, con un programa de corte liberal que tiene la vocación de representar una "ruptura tranquila" con respecto a sus predecesores.
Le sigue la socialista Royal, la primera mujer con posibilidades reales de ser presidenta de Francia, cuyo proyecto de "democracia participativa" presta especial atención a los franceses que fueron olvidados por los gobiernos de derecha.
Pero nadie se atreve a descartar que Bayrou obtenga el billete para la segunda vuelta o que incluso que Le Pen, de 78 años, vuelva a repetir su hazaña de 2002.
El gran número de indecisos así como los millones de electores que se decantarán por el "voto útil" en detrimento de los ocho candidatos menores tendrán un papel crucial el domingo.
Por el momento, los cerca de 5.000 franceses del minúsculo archipiélago de Saint-Pierre y Miquelon, en el Atlántico norte, fueron los primeros en comenzar a votar esta mañana.
Cuando acudan a las urnas, los franceses serán observados de cerca por el resto de Europa, que siguió con mucha atención la campaña electoral, pese a que los candidatos pasaron de puntillas sobre las cuestiones de política exterior.
Los países vecinos son conscientes de que el próximo presidente de Francia podrá desbloquear la crisis institucional de la Unión Europea provocada en parte por el 'no' francés a la Constitución en un referéndum en 2005 y situar de nuevo a Francia en el corazón de la construcción continental.
Fuente: AFP