A pesar de que los días transcurren soleados y calurosos en la isla de Mallorca, una densa niebla se posó durante varias horas sobre Marivent, el palacete donde la Familia Real Española pasa sus vacaciones.
El retraso de varios días de la princesa Letizia, esposa del príncipe heredero, preocupó a la prensa española, incomodó a la familia real y no hizo más que alimentar los tímidos -y crecientes- rumores de que "algo pasa" en palacio. Justo en la semana que marca el inicio de las vacaciones familiares, la princesa asistió a un acto oficial en Palma de Mallorca, fue a Barcelona para asistir al concierto de Bon Jovi, y después desapareció.
A Mallorca llegó la reina Sofía, que siempre es la primera en hacerlo. Después lo hizo la infanta Elena acompañada de sus hijos y finalmente llegaron la infanta Cristina y su esposo, el Duque de Palma, con sus cuatro hijos.
Cristina este año volvió a tomar parte en la regata Copa del Rey-Audi Mapfre, como tripulante del velero «Aifos» y el príncipe Felipe forma parte del equipo de la embarcación «Hispano». El rey por primera vez no puede competir debido a su reciente operación de rodilla pero está en Mallorca desde el lunes, día en que se reunió con José Luis Rodríguez Zapatero.
Finalmente el martes llegó la princesa Letizia con sus hijitas. Su llegada fue, a decir de un diario español, "un soplo de aire fresco" para la tensa espera. Posó sonriente con toda la familia y se besó de manera cinematográfica con el príncipe Felipe en la cubierta del «Hispano».
Pero en Mallorca fue demasiado tarde. Los habitantes ya se habían despachado a gusto con los informadores criticando la falta de cortesía de doña Letizia de llegar tarde a las tradicionales vacaciones dinásticas. A todo el mundo le da la sensación de que el paseo veraniego de los Borbones no es del agrado de Letizia, tal y como expresó hace un año al preguntarle a los fotógrafos: "¿pero vosotros creéis que esto son vacaciones?".
La abundante presencia de medios de prensa en la isla durante las vacaciones reales hace que, más que vacaciones, su estadía parezca una prolongación de la agenda oficial. Además, es un secreto a voces que la relación de la princesa asturiana y sus cuñadas no pasa de ser cordial y protocolar.
En su reciente libro "Els mandarins", el periodista catalán Rafael Nadal refleja el escaso interés de la futura reina de España por los paseos mallorquinos de su familia política y su deseo de pasar sus descansos en su tierra natal, Asturias.
Además, Nadal da luz a los oscuros rumores sobre las marcadas diferencias entre ella y sus cuñadas, y el propósito de Letizia de pasar el menor tiempo posible con la familia real si están sus cuñadas. Esas pueden ser las excusas de la princesa, pero no es consuelo para los españoles que pagan con sus impuestos las reales vacaciones y exigen a cambio sonrisas y unión familiar.
El escritor francés Ghislain de Diesbach recuerda que en el siglo XIX los hijos de un rey de Dinamarca no se llevaban bien y a veces no se hablaban, pero eran concientes de que debían ofrecer una imagen pública ejemplar. Cuando aparecían todos en público, un príncipe miraba a otro y contaba del 1 al 10. La siguiente pareja se miraba y contaba del 11 al 20, y así hasta llegar a 100, desde donde se recomenzaba el juego.
Los súbditos, al ver conversar animadamente a sus príncipes, sonreían complacidos al comprobar que la unión y la concordia reinaban en la Familia Real. La realidad era que, probablemente, sus miembros se detestaban mutuamente.
La moraleja de esta historia la conoce la reina Sofía (descendiente de aquel rey danés): no importa lo que pase puertas adentro en palacio, lo esencial es mantener las formas.
(*) Especial para Perfil.com.