Ayer al mediodía, Cristiano Rattazzi voló de urgencia a Italia cuando le avisaron que su madre estaba muy grave. Finalmente, al llegar a Roma se encontró con la noticia que de había fallecido en el Policlínico Gemelli, a causa de complicaciones cardíacas surgidas tras una operación en el fémur a la que se tuvo que someter tras una caída en su domicilio. Susana Agnelli tenía 86 años y formó parte de una de las familias emblemáticas de Italia, los dueños de la Fiat. Ella fue escritora y tuvo activa participación política.
Hija de Edoardo y nieta de Giovanni, fundador de Fiat, relató en Vestivamo alla marinara (Nos vestíamos a lo marinero), su autobiografía, que su infancia estuvo marcada por la estricta disciplina impuesta por su familia, consciente de su carácter de elite. Durante su vida alternó su apoyo a distintas causas humanitarias –durante la Segunda Guerra Mundial trabajó como enfermera en un buque-hospital– con sus actividades políticas. Fue alcaldesa de Monte Argentario, municipalidad sobre la costa de la Toscana, de 1974 a 1984; también diputada electa en las listas del Partido Republicano durante dos legislaturas, de 1976 a 1983, y fue elegida para el Parlamento Europeo en 1979, pero renunció a su escaño en Estrasburgo dos años después. En 1983 ingresó al Senado y fue reelecta en 1987, pero a partir de 1983 concentró su labor política en los asuntos exteriores: fue vicecanciller hasta el 1991 y canciller de enero de 1995 a mayo de 1996. También, presidió el Fondo Mundial para la Vida Silvestre, y fue el único miembro italiano en las comisiones de Naciones Unidas para los Derechos Humanos y Ambiente y Desarrollo.
Se casó en 1945 con el conde Urbano Rattazzi, con el que tuvo seis hijos, y se divorció en 1975. “Suni”, tal su sobrenombre, era conocida por su carácter franco y poco diplomático, que según sus amigos le servía para esconder detrás de una superficie arisca una personalidad vulnerable y sentimental.