“Pocos hombres han conocido la gloria de entrar vivos en la historia y en la leyenda. Fidel es uno de ellos. Es el último monstruo sagrado de la política internacional”. Con esta categórica definición, el periodista Ignacio Ramonet inicia la edición revisada y ampliada de su trabajo “Fidel Castro, Biografía a dos voces”, un minucioso libro-entrevista producto de más de cien horas de conversación, que se ha convertido en un verdadero tratado de historia contemporánea.
Ramonet, director del prestigioso Le Monde Diplomatique y especialista en geopolítica y estrategia internacional, se propone develar “el enigma Fidel Castro” y explicar “¿cómo un niño nacido en un medio rural aislado y rústico, de padres ricos, conservadores y poco cultos, educado por jesuitas franquistas en establecimientos católicos reservados a las elites, y que se codeó con los hijos de la alta burguesía en los bancos de la facultad de derecho, acaba por convertirse en uno de los grandes revolucionarios de la segunda mitad del siglo XX?
Para ello, propone a Fidel una vuelta a su infancia en la humilde Birán (“apenas unas casas, donde ni siquiera había luz eléctrica”) y a la natural influencia que tuvieron sus padres y el entorno social en el desarrollo de su personalidad.
Castro nació el 13 de agosto de 1926. Su padre, Don Angel Castro, era hijo de humildes campesinos de Galicia, que debió aprender a leer y a escribir, con grandes esfuerzos. “Fue uno de aquellos jóvenes pobres de Galicia a los cuales algún rico entregaba una cantidad de dinero para que lo sustituyera en el servicio militar”, destaca Fidel.
Comenzó a trabajar, valga la paradoja, en la famosa United Fruit Company de capitales norteamericanos. Con los años fue progresando y llegó a tener alrededor de 900 hectáreas de su propiedad y a alquilar otras miles a dos generales cubanos de la guerra de independencia. “Yo pertenecía a una familia que era más que ´relativamente pudiente´”, admite en “Fidel Castro, Biografía a dos voces” (Debate).
Por su parte, su madre Lina era cubana y de origen campesino. Su familia también era muy humilde y, autodidacta, aprendió a leer y a escribir casi en soledad. “Sin ella – relata Castro – yo que siempre sentí el placer del estudio, sería hoy un analfabeto funcional”.
Consultado sobre qué influencia considera determinante en la conformación de su personalidad, Fidel Castro esgrime una respuesta que sorprende: “Yo tuve un privilegio y una suerte. Era hijo de terrateniente y no nieto. Si hubiera sido nieto, habría nacido ya en un reparto aristocrático y todos mis amigos, toda mi cultura, habrían estado marcados por el sentido de sentirme superior a los demás. Lo que más ha influido es que, donde yo nací, vivía con la gente más humilde”, explica.
Luego, siguió su traslado a Santiago de Cuba, la facultad y el roce con los hijos de la aristocracia cubana. Pero siempre con esa marca imborrable que le había dejado su origen en la humilde Birán. Como sostiene Fidel, ¿la historia sería otra si en lugar de hijo, hubiera sido nieto de terratenientes?