La ceremonia de entronización del papa Francisco dejó grandes postales de una jornada histórica, en la que un cardenal argentino y jesuita es oficializado como Sumo Pontífice.
En línea con sus primeras palabras desde la fumata blanca, el exarzobispo de Buenos Aires, Jorge Bergoglio, ha demostrado que quiere estar cerca de la gente. Muestra de ello han sido las repetidas veces en que el pontífice saludó a los fieles en la Plaza de San Pedro y hasta el recorrido que realizara en un modesto papamóvil, del que se bajó dos veces para besar a algunos de los feligreses que lo esperaban en las inmediaciones de la Basílica.
Durante la misa de inauguración de su pontificado, el Santo Padre pidió por la paz ante 132 jefes de Estado y dirigentes políticos de todo el mundo presentes, a quienes les pidió "ser guardianes del otro".
Para los analistas, se respiran aires de cambio en el Vaticano, y Francisco promete ser el gran impulsor.
