La recepcionista se esconde, el restaurante no sirve comida y el personal evita a los clientes. Bienvenido a Marco Polo, un hotel en la ciudad china de Wuhan atormentado por la epidemia de neumonía viral. En el epicentro del coronavirus, en una ciudad aislada del mundo, este hotel cinco estrellas es uno de los pocos establecimientos de la ciudad que no cerró sus puertas.
Pese a la puesta en cuarentena de la ciudad y el miedo al virus asesino sigue atendiendo a sus escasos clientes. Pero nada más entrar, algo sorprende: la recepción está desierta y un silencio contrasta con los adornos del Año Nuevo chino, que supuestamente celebran la llegada del año de la rata. A orillas del río Yangtsé, con una decoración moderna, los clientes brillan por su ausencia y el personal lucha contra el aburrimiento.
Control de temperatura
La amenaza del virus marca el protocolo en el hotel, ubicado en el corazón de una megaciudad de 10 millones de habitantes.
Los huéspedes deben usar una mascarilla incluso en el interior del hotel, como cuando salen a pasear por una ciudad desierta. Y cada una de sus salidas es objeto de sospecha, en particular los periodistas que pueden haberse acercado a lugares contaminados, como los hospitales. A cada salida y llegada, un guardia toma sistemáticamente la temperatura de los clientes para detectar una posible neumonía.
Un ambiente de psicosis que se aviva en función de los acontecimientos, como cuando el lunes una ambulancia evacuó a un niño que tenía fiebre. Los clientes deben del hotel completar un formulario sobre sus desplazamientos anteriores. Una de las preguntas es: "¿Estuvo en contacto con un paciente aquejado de coronavirus durante los últimos 14 días?", o sea el período de incubación máximo.
“Como si viera un fantasma”
El establecimiento, con 356 habitaciones, suele estar "lleno al 80%" durante este período, uno de los más concurridos por las festividades de Año Nuevo, dijo un empleado a la AFP. Pero hoy (30 de enero) solo veinte clientes se hospedan en el hotel, asegura. En su mayor parte, personas que han quedado atrapadas en la ciudad por las medidas de confinamiento que prohíben cualquier salida por carretera, tren o avión.
Millones de personas en China están sometidas a una virtual "cuarentena" mientras todos los establecimientos públicos, puntos turísticos (Muralla China, Ciudad Prohibida...), escuelas, universidades, centros comerciales y edificios públicos están cerrados.
En Wuhan, además, está suspendido todo el transporte público, incluidos los autobuses urbanos, el metro, los transbordadores y los autobuses de larga distancia. Asimismo, los canales de salida en los aeropuertos y estaciones de ferrocarril también se cerraron hasta nuevo aviso.
Solo dos de los 34 pisos de este hotel albergan clientes, el restaurante está cerrado para evitar contagios y por esto, las comidas se sirven en las habitaciones. El menú es simple: muchos fideos. Y la cantidad de alimentos disponibles se reduce cada día, a medida que se agotan las reservas debido a la falta de suministro.
“Cuando abrí la puerta, la camarera de piso colocó la bandeja en el suelo y huyó como si hubiera visto un fantasma”, relató un cliente latinoamericano. Algunos empleados incluso fueron vistos en los pasillos vestidos con trajes de protección. "Estamos todos en el mismo barco (...) por la salud de los clientes y la del personal, no podemos correr riesgos", declaró un empleado, con la cara protegida por un barbijo.
El personal asegura que la cocina del hotel está activa en los últimos días para alimentar a los hospitales de la ciudad. "Es lo mínimo que podemos hacer en estos momentos" para ayudar, dice un empleado. Algunos establecimientos de la ciudad incitan a sus clientes a irse y otros rechazan nuevas reservas pero brindan un servicio mínimo.
Otros hoteles, como el Fairmont, dicen estar cerrados, pero están técnicamente abiertos. "Conocemos a nuestros clientes actuales, pero aceptar a alguien del exterior sería demasiado arriesgado porque no sabemos si estuvo en contacto con enfermos", justifica un empleado. "Tampoco podemos cerrar el establecimiento porque los clientes no tendrían a donde ir".
DS