Los dirigentes de la zona euro celebran este jueves una cumbre decisiva para intentar detener el contagio de la crisis de la deuda, tan sólo unas horas después de que Francia y Alemania consiguieran in extremis un acuerdo sobre el segundo rescate para Grecia.
Los dos actores fundamentales de la reunión, la canciller alemana, Angela Merkel, y el presidente francés, Nicolas Sarkozy, prepararon el terreno con un acuerdo alcanzado a última hora del miércoles en Berlín.
Al término de siete horas de negociaciones, en las que también participó el presidente del Banco Central Europeo (BCE), Jean Claude Trichet, Merkel y Sarkozy alcanzaron una "posición común" sobre el plan de rescate de Grecia, informaron fuentes de la presidencia francesa y el portavoz de la cancillería, Steffen Seibert.
Esta posición conjunta servirá de base a las negociaciones que se llevarán a cabo en la cumbre de dirigentes de los 17 países de la zona euro que se celebrará en Bruselas hoy, una reunión que se prolongará sin duda hasta bien entrada la noche.
"Debemos absolutamente encontrar una solución para detener la especulación internacional y estabilizar la zona euro (...) Si esta zona euro estalla será una catástrofe", advirtió el miércoles el ministro de Relaciones Exteriores francés, Alain Juppé, en Madrid.
Los mercados financieros esperan resultados tangibles tras semanas de vacilaciones. En caso contrario, podrían ensañarse de nuevo con los países considerados más frágiles como Italia, España e, incluso, Bélgica.
En el centro de las negociaciones se encuentra un segundo plan de ayuda a Grecia para evitar su quiebra. El primero, aprobado en 2010 por un montante de 110.000 millones de euros (156.000 millones de dólares), ha sido insuficiente.
Las modalidades de participación de los acreedores privados de Grecia en un nuevo plan de ayuda era el principal contencioso entre París y el BCE por un lado y Berlín por el otro.
Una fuente relacionada con el expediente aseguró que ambos países llegaron a un acuerdo sobre un impuesto a los bancos que podría generar 50.000 millones de euros y una reducción de la deuda griega con los países acreedores de hasta 90.000 millones de euros (de una deuda total de 350.000 millones de euros), a través de un intercambio de títulos de deuda pública, que sería hecho a los acreedores privados de Grecia, bancos, compañías de seguros y fondos de inversión.
Además se habla de un impuesto bancario sobre los activos de los bancos que podría generar unos 50.000 millones de euros (71.000 millones de dólares) destinados a Grecia. Estos dos elementos contribuirían a la participación del sector privado exigida por Alemania en el segundo plan de salvamento del país.
Alemania reiteró el miércoles la exigencia de una participación de los bancos en la ayuda a Grecia. Sin ello, el gobierno alemán teme que ni el Parlamento ni la opinión pública de su país acepten prestar más dinero. Pero esa posición no era compartida ni por Francia ni por el BCE por el riesgo de que los mercados lo interpreten como una quiebra de Grecia.
Desde principios de mes, varios países europeos parecen dispuestos a aceptar una quiebra, con la condición de que ésta sea circunscrita al máximo.