INTERNACIONAL

Francisco: el gran hermano cree que la unidad vale más que el conflicto

Cuales fueron los tres principios fundamentales que "recetó" al grupo de argentinos que recibió en Roma.

El papa Francisco recibió hace poco más de una semana a la misión del Diálogo Interreligioso Argentino, conformada por 43 personas profesantes de la religión católica, musulmana y judía. La integraron
| Télam

En un país desmesurado, el papa Francisco está cumpliendo un rol moderador, según coinciden políticos que fueron recibidos en El Vaticano. Diez días atrás, por ejemplo, recibió a una delegación interreligiosa que venía de Tierra Santa y les mencionó tres principios fundamentales para pensar y actuar en la Argentina: el todo es superior a las partes; la unidad es más relevante que el conflicto y el tiempo trasciende al espacio. Entre ellos había políticos de diversos partidos, desde Sergio Bergman a Carlos Kunkel.

Nadie sabe si volvieron más buenitos de aquel encuentro, pero una cosa parece cierta: Francisco sigue al detalle la política argentina y ningún político, tampoco la presidenta Cristina Kirchner, saldría hoy indemne de la crítica de una figura que ocupa el centro del tablero mundial. Una personalidad que, incluso, podría ganar el Premio Nobel de la Paz ya este año.

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En su primer año de pontificado, el gran hermano argentino demostró que está decidido a apuntalar las fuerzas centrípetas en nuestro país. “Hay que ayudar a Cristina a que llegue bien a 2015”, le dijo hace dos meses a un dirigente peronista no kirchnerista, según comentó entre sus conocidos. Eso fue antes de la superdevaluación, cuando la Presidenta atravesaba uno de los momentos de mayor debilidad política.

Sea por este impulso moderador o por el cálculo de quienes quieren que el Gobierno se desangre en un ajuste interminable hasta las próximas elecciones, lo cierto es que el peronismo no K (y, en especial, los sindicalistas) ha dejado de lado los impulsos salvajes que en otros momentos tal vez lo habrían impulsado a la toma del aparato estatal.

“El Papa actúa como San Francisco pero piensa como San Ignacio de Loyola”, afirmó uno de los connacionales que lo visita cada dos meses. Bergoglio es jesuita y, como tal, una persona habituada al manejo del poder; enrolado en una teología de la cultura o del pueblo —una corriente no marxista, no clasista, de la teología de la liberación— busca impregnar a la sociedad de nuevos valores, que tienden a la unidad nacional.

Esto, claro, no tiene mucho que ver con la división entre amigos y enemigos del kirchnerismo. Bergoglio no cambió: siempre estuvo en contra de este modo de entender la política; lo nuevo es el aparente agotamiento del kirchnerismo y la emergencia de otro clima de época.


(*) Editor ejecutivo de revista Fortuna, su último libro es ¡Viva la sangre!