Los gestos del Papa Francisco que desbordan el protocolo vaticano ya son marca registrada. Sin embargo, volvió a sorprender hasta a los propios cardenales cuando una pareja le acercó un nuevo solideo (gorro papal), lo tomó y les regaló el que tenía puesto.
Fue en la Sala Clementina, después de una reunión con la Papal Foundation, donde Francisco llamó a la reconciliación y la paz en todos los ámbitos. El Sumo Pontífice les dijo a los miembros de la fundación que sus aportes se utilizan para ayudar a sacerdotes y religiosos de países en vías de desarrollo. También para suministrar ayudas médicas, educación y oportunidades de trabajo a los más necesitados.
Al finalizar su discurso, mientras el Papa saludaba uno por uno a los presentes, una pareja americana se acercó con un solideo de regalo. Ante la consulta sobre si podían probárselo, el cardenal Donald Wuerl, al lado de Francisco, respondió con un escueto "no, no se puede". Pero el Papa volvió a sorprender: tomó el solideo de los americanos, se lo puso y les regaló que traía consigo.
Esta no es la primera vez que el Sumo Pontífice se desprende de los atavios papales. Tal como reza una vieja tradición católica, cada vez que alguien regala un solideo al Papa, éste debe entregarle el propio. Así ocurrió hacia fines de marzo, cuando el presidente de México, Enrique Peña Nieto, le obsequió uno durante un breve encuentro mantenido con el líder de la Iglesia Católica tras la misa de entronización.