INTERNACIONAL
entrevista al empresario argentino

Grobocopatel: “Me sentí muy cómodo junto a las FARC”

El Rey de la Soja brindó asesoría agrícola en el proceso de paz de Colombia. Fue convocado por Santos y se reunió en secreto con los comandantes de la guerrilla.

Emprendedor. Recibió a PERFIL en las oficinas que su grupo tiene en la Bolsa de Cereales.
| Pablo Cuarterolo

Gustavo Grobocopatel no se conforma con los mil millones de dólares anuales que factura su compañía Los Grobo, ni con que su nombre se haya convertido casi en sinónimo de producción sojera en la Argentina. Ni siquiera con la carrera de cantante lírico que desarrolló en paralelo a su actividad empresarial.
El Rey de la Soja parece vivir en busca de nuevos retos. Tal vez por eso aceptó una particular propuesta: brindar asesoría agrícola en los diálogos de paz entre el gobierno colombiano y las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (FARC), para lo que tuvo que reunirse en secreto con los máximos jefes de la guerrilla. Según reveló el propio Grobocopatel en un reciente reportaje radial con la periodista Cristina Pérez, quien además es su ex pareja, la oferta le llegó del gobierno de Juan Manuel Santos: querían que el empresario agroindustrial argentino aconsejara a las FARC sobre las posibilidades de gestión y explotación de la tierra una vez que abandonen las armas. En sigilo, viajó en marzo a La Habana, donde se desarrollan las complejas negociaciones, y tuvo su cara a cara con los jerarcas guerrilleros. “Me sentí muy cómodo junto a ellos, yo tengo mucha empatía con la gente del campo”, contó Grobocopatel en una entrevista con PERFIL.
—¿Cómo llegó a sentarse a una mesa con las FARC?
—Desde hace años trabajo en consultoría para gobiernos. Los problemas vinculados al desarrollo rural son una prioridad para las políticas públicas en todo el mundo, pero la inversión hecha en esa área por gobiernos, organismos multilaterales y ONG no ha dado los resultados esperados. Por eso los gobiernos quieren nuevas alternativas, y buscan en Los Grobo a alguien que pueda asesorarlos. Trabajamos en proyectos en México, Albania, Kazajistán, Uganda. En ese marco, con Colombia mantengo un vínculo desde hace varios años y tengo muy buena relación con el gobierno de Juan Manuel Santos. La cuestión agrícola es un punto central en el proceso de paz con la guerrilla. El gobierno colombiano me llamó para que participara en una reunión con las FARC.
—¿Cómo fue la reunión con los miembros de la guerrilla?
—Viajé en marzo a La Habana y estuve cuatro horas reunido con los negociadores del gobierno colombiano y con seis o siete jefes de las FARC. Salvo Timochenko, que no suele participar de los diálogos, estaba toda la cúpula mayor de la guerrilla. Fui convocado por el gobierno, que previamente había consultado a las FARC.
—¿Hubo una segunda reunión más informal?
—Sí, al día siguiente. Entre los dirigentes guerrilleros hay algunos con vocación política y otros con una mirada más ejecutiva. Estos últimos quedaron interesados y me pidieron volver a vernos.
—¿Cómo se sintió junto a los líderes guerrilleros?
—Muy bien. Había una sensación de mucha atención, silencios, preguntas. Me sentí muy cómodo. Yo tengo mucha empatía con la gente de campo, porque vengo del campo y conozco sus problemas. A pesar de la lucha armada, los miembros de las FARC son gente rural. Cuando el objetivo es la paz, uno debe tener una total apertura. Hay un plano de lo legal que transcurre por el carril de la justicia. Yo no fui allí para juzgar, sino para aportar al proceso.
—¿Qué negociaron hasta ahora las FARC y el gobierno sobre el tema de la tierra?
—Restitución de tierras. En Colombia hay una enorme cantidad de tierras fiscales. Es decir que la restitución no implica quitarles esas tierras a otros, sino entregar terrenos hoy “baldíos” a personas involucradas en la lucha armada.
—¿Cuál es el nudo del conflicto en la cuestión agrícola?
—Históricamente hubo disputas por la propiedad entre lo que ellos llaman terratenientes y campesinos. Eso fue lo que disparó el conflicto.
—¿La propuesta que usted llevó es sobre eso?
—No, la restitución forma parte de las negociaciones entre las FARC y el gobierno. Nuestra propuesta tiene que ver con lo que ellos pueden hacer una vez que obtengan esas tierras. El mensaje que les transmití es que la propiedad no resuelve la pobreza: deben preguntarse cómo generar desarrollo en esta nueva etapa. No se puede condenar a una comunidad a ser pobre.
—¿Su propuesta es realizable en los esquemas de pequeñas parcelas y agricultura familiar que tradicionalmente configuraron estas comunidades?
—Sí, es posible. A partir de la propiedad, ya sea grande o pequeña, se pueden plantear modelos más industriales o de servicios que generen productos exportables, y que no sólo apunten al autoconsumo.
—¿Cómo recibieron estas sugerencias las FARC?
—Se mostraron muy interesados. Para ellos era un punto de vista diferente y por eso me pidieron la segunda reunión. Estamos hablando de varias generaciones que han estado pensando en la lucha armada, y no en la producción. Para ellos, todo esto es un gran proceso de cambio que implica la revisión de sus propias creencias.
—¿Ve predisposición de los terratenientes a contribuir con este desarrollo?
—La paz sólo se logrará cuando haya un nuevo “nosotros”, y eso implica que campesinos y terratenientes trabajen juntos en un nuevo ecosistema rural.

La chance de exportar ‘know how’ agrícola
Gustavo Grobopatel afirma que su participación en el diálogo de paz con las FARC “es un caso que debería inspirar a una reflexión más importante sobre Argentina: nuestro país tiene la posibilidad de vender no sólo soja, sino también know how agrícola”. Se remite a aquel viejo dicho de no vender el pescado, sino enseñar a pescar. “Estamos ante una nueva oportunidad que debe aprovecharse –dijo el empresario a PERFIL–. A veces el mundo no quiere comprar los alimentos, sino aprender a fabricarlos. Detrás de la venta de ese know how, sigue la venta de maquinarias, semillas, fitosanitarios. Es como lo que ocurre con Hollywood: te vende una forma de ser estadounidense, y detrás de eso hay una creación de demanda que te impulsa a ir a Mc Donald’s, Starbucks y demás. Debemos pensar en ser el Hollywood de la producción agrícola: se trata de vender la necesidad de que la agricultura sea hecha en el mundo de una cierta manera. En esta dirección, las empresas debemos trabajar en conjunto con el Estado, y creo que el Gobierno lo tiene en la agenda”. Tal vez su experiencia en Colombia sirva como tubo de ensayo