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Hollande: la primera mitad de su mandato es un fracaso

A 900 días de haber asumido, el presidente francés no pudo llevar adelante ninguna de las iniciativas que había previsto.

Seriedad. Ayer, durante su visita a Quebec, en Canadá.
| AFP

Desde París
El presidente francés, François Hollande, llegó a la mitad de su mandato con uno de los peores balances de la Quinta República: en los 904 días que lleva en el poder no pudo reactivar la economía –que se mantiene estabilizada en cero por ciento del PIB–, el desempleo pasó de 3 a 3,5 millones de desocupados y llegó a 10,2% de la población activa, la deuda pública superó la aterradora barrera simbólica de 2 billones de euros (97,3% del PIB) y a fines de 2014 el déficit presupuestario totalizará 80.500 millones de euros (-4,4% del PIB), lo que acelerará la espiral de endeudamiento.

   Obligado a sanear la economía, Hollande tuvo que aplicar una política de austeridad como Francia no había conocido desde el final de la Segunda Guerra Mundial.  

“El clima se deterioró peligrosamente en los últimos meses”, diagnosticó el sociólogo Alain Mergier, que ausculta regularmente el pulso de la población. El resultado de esa decepción sin precedentes es que, al promediar su período de cinco años, Hollande se convirtió en el presidente menos popular de la Quinta República, fundada por el general Charles de Gaulle en 1958: el último sondeo de YouGovFrance, publicado el jueves pasado, le atribuye apenas 12% de respaldo en la opinión pública. Ese privilegio poco envidiable estimuló a la oposición conservadora a denunciar su “falta de legitimidad” para seguir gobernando y a exigir la convocatoria de elecciones legislativas anticipadas. Peor aún: sólo 4% de los franceses desea que vuelva a ser candidato en 2017.

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    “Hollande parece ausente del campo de batalla”, estimó el especialista Jerôme Fourquet, director del departamento de opinión del instituto de sondeos IFOP. El desconcierto de sus colaboradores llegó al extremo hace algunos días, cuando imprevistamente pidió: “Tenemos que buscar nuevas ideas para la segunda mitad del mandato”.

   Esa situación redujo automáticamente el perímetro de su poder. Aislado, sin aliados, sin plan B ni sangre nueva para poner en marcha un recambio, Hollande no parece tener visibilidad sobre cuál será su destino.
   “Hemos pasado de una situación de incertidumbre  sobre el futuro a la certeza de que las cosas van a seguir empeorando”, sintetizó el analista Alain Duhamel.

   Su único consuelo es que el ex presidente Nicolas Sarkozy tropieza cada vez con mayores dificultades para concretar su retorno a la vida política: 75% de los franceses se consideran decepcionados y 77% juzga que “no tiene ninguna idea novedosa” para ofrecer. Ese vacío agudizó la lucha por el poder dentro  del partido conservador UMP y la batalla por la candidatura en 2017. Pero el mayor riesgo es que esa frustración abre un verdadero boulevard al Frente Nacional de extrema derecha que ve cada vez más cerca la posibilidad de convertirse en una verdadera alternativa de poder.