Los manifestantes en Hong Kong llevan adelante desde este lunes 5 de agosto un paro general marcado por el bloqueo en el transporte público, rutas y los vuelos internacionales que generó un gran caos en el país. Como respuesta, la policía comenzó a lanzar gases lacrimógenos para dispersar a los activistas.
Desde hace dos meses que los manifestantes protestan en Hong Kong en favor de garantizar libertades democráticas. A principios del mes pasado, intentaron entrar por la fuerza al Parlamento del país. En esta ocasión, llamaron a un paro general al que adhirieron trabajadores del sector financiero, de los medios de comunicación y de compañías aéreas.
Durante esta jornada, los manifestantes impidieron la circulación del transporte del país. En ese marco, ocuparon estaciones del subterráneo y mantuvieron abiertas las puertas de los trenes para impedir su circulación. La protesta causó incontables forcejeos, gritos y hasta peleas en los vehículos llenos de pasajeros.
En varias partes de la ciudad los manifestantes también interrumpieron la circulación de vehículos, congestionando aún más el tránsito. Algunos conductores decidieron embestir contra los activistas para poder movilizarse lo que elevó aún más la tensión de la protesta. En tanto, en el aeropuerto de Hong Kong -uno de los más activos del mundo- más de un centenar de vuelos resultaron cancelados, mientras las autoridades aeroportuarias alertaron a los pasajeros sobre potenciales problemas adicionales.
La medida de fuerza, la primera en cinco décadas, impidió que las personas pudieran llegar a sus trabajos por lo que la jefa del gobierno, Carrie Lam, convocó una conferencia de prensa en que mostró su intención de endurecer aún más su posición. Lam advirtió que los manifestantes promueven una "situación muy peligrosa. "Yo diría que están tratando de derribar a Hong Kong, de destruir por completo la vida de más de siete millones de personas", manifestó la mandataria ante los periodistas.
"Tan grandes acciones en nombre de ciertas demandas (..) minaron seriamente la ley y el orden de Hong Kong, y están empujando nuestra ciudad, una ciudad que todos amamos, al borde de una situación muy peligrosa", apuntó. En ese sentido, Lam dijo que "el gobierno será enérgico en la manutención de la ley del orden en Hong Kong para restaurar la confianza".
El gobierno será enérgico en la manutención de la ley del orden en Hong Kong para restaurar la confianza, dijo Lam
El paro previsto para este lunes 5 de agosto se propone mostrar a China que aún existe suficiente apoyo popular a las protestas que desde hace meses ocupan las calles pero que hasta ahora lograron pocas concesiones del poder político. Los manifestantes, que no tienen un líder, utilizan las redes sociales para coordinar sus medidas de fuerza.
Las manifestaciones estallaron después que el gobierno local propuso un proyecto de ley para la extradición de detenidos para que sean sometidos a la justicia en China continental.
Rápidamente, las protestas pasaron a adoptar consignas más amplias. Si bien las manifestaciones no parecen estar perdiendo fuerza, autoridades en Hong Kong y Pekín adelantaron su disposición de endurecer aún más su posición. Incluso los militares chinos afirmaron estar listos para controlar los "intolerables" disturbios, en el caso que sean llamados a intervenir.
Docenas de manifestantes fueron arrestados bajo cargos de promover disturbios públicos, que en Hong Kong representa una pena máxima de 10 años de cárcel. El fin de semana, la policía ya disparó gases lacrimógenos a activistas en diversos barrios de Hong Kong.
En virtud del principio "Un país, dos sistemas", Hong Kong goza de libertades diferenciadas del resto del país, en principio hasta 2047. Pero cada vez más hongkoneses temen que Pekín vulnere este acuerdo.
Los policías baten récords de impopularidad, considerados por los manifestantes como hombres al servicio de Pekín. Las autoridades defienden el uso de la fuerza, al argumentar que son víctimas de manifestantes muy radicalizados.
B.D.N./F.F.