Si no hubiera sido por el Equipo Argentino de Antropología Forense (EAAF), la investigación sobre la desaparición de 43 estudiantes mexicanos de la aldea de Ayotzinapa, en el estado de Guerrero, sería hoy un caso cerrado. Hace poco más de un año, la Fiscalía General de México dijo haber arribado a una “verdad histórica”: según la versión oficial, sicarios del cartel de Guerreros Unidos, en complicidad con policías municipales, asesinaron a los normalistas y quemaron sus cuerpos en un basurero del pueblo de Cocula. Esta semana, sin embargo, un informe de los prestigiosos forenses argentinos, convocados por las familias de las víctimas, derribó por completo la versión de la Fiscalía, avalada también por el presidente Enrique Peña Nieto.
En base a un extenso trabajo científico y multidisciplinario que combinó estudios sobre dinámica de fuego, botánica, balística, odontología forense y otras especialidades, el EAAF concluyó que “no hay evidencia de incendio en el sitio”. El peritaje también echó luz sobre numerosas irregularidades cometidas en la pesquisa oficial y retrotrajo la investigación a su interrogante inicial: si los estudiantes no fueron quemados en Cocula, ¿qué pasó con ellos? En diálogo con PERFIL, Miguel Nieva, uno de los peritos del EAAF en México, advirtió sobre la necesidad de reencausar y acelerar la investigación para evitar que se complique la recolección de nueva evidencia.
—¿Hay razones para creer que hubo pruebas falsas?
—Hubo irregularidades en la investigación oficial. No nos convocaron en el momento en el que se recogió parte de la evidencia y por eso nosotros no podemos dar fe de su procedencia.
—¿Hubo un intento de dar por cerrado el caso?
—Nuestro peritaje muestra diferencias con la versión de la Fiscalía. Nos involucramos en este caso por pedido de las familias de los normalistas, y no podemos dejar pasar las irregularidades. Estamos acá para garantizar el derecho de las víctimas a los códigos procesales según las leyes.
—Si no se acelera la investigación, ¿hay riesgo de que no se llegue a una verdad científica sobre lo ocurrido?
—Hay una frase que se le atribuye al padre de la ciencia forense, Edward Locard: “El tiempo que pasa es la verdad que huye”. Si bien estamos habituados a trabajar en casos en los que pasó mucho tiempo desde los hechos, el tiempo que transcurre es determinante para la recolección de evidencia. Desde nuestro punto de vista, el capítulo Cocula está cerrado. Ahora se debe ampliar la zona de búsqueda.
—El peritaje concluyó que el basurero había sido escenario de incineraciones de otras personas. ¿Qué puede decirse del contexto del crimen de los normalistas?
—El basurero de Cocula se viene utilizando desde hace mucho tiempo para asesinar y quemar personas. La incineración de cadáveres es habitual en Guerrero. La zona está repleta de fosas. Se recuperaron 130 cadáveres desde 2014 y hay registro de trescientos desaparecidos. Esos hallazgos también deben ser investigados, para dar respuesta a todas las familias que buscan desaparecidos.
—La Fiscalía quiere hacer un nuevo peritaje. ¿Están de acuerdo?
—No nos oponemos, pero no es necesario y sólo introduciría más ruido en la investigación. La manera más sencilla de avanzar es hacer una junta de peritos y discutir la evidencia científica para llegar a una conclusión conjunta.
—¿Recibieron amenazas durante la investigación de este caso?
—Hubo algunas situaciones llamativas, pero no tenemos elementos para hablar de amenazas ni para relacionar eso con este caso.