Berlín - Dieciocho años después de la caída del Muro de Berlín, la capital alemana intenta conservar los rastros físicos de una terrible división entre este y oeste que sigue acechándola.
"Al principio, todo el mundo estaba contento de que el muro cayera. Después, muchos se sintieron irritados de que desapareciera sin dejar rastro", resume Johannes Cremer, experto en urbanismo de la Universidad Técnica de Berlín.
El académico desgrana las cifras como otros coleccionan los trozos del muro. De los 155 kilómetros de hormigón que rodeaban Berlín occidental, quedan apenas tres kilómetros, explicó. Además, hay cinco torres de vigilancia frente a las 302 existentes en 1989.
"No podemos hacer nada frente al hecho de que tantas cosas hayan desaparecido en los años posteriores a la caída del muro. Pero es necesario preservar todos los testimonios que todavía quedan de la historia de Berlín", estima Stefan Jacobs, periodista del diario local Tagesspiegel.
Durante 28 años, el Muro de Berlín, levantado la noche del 13 de agosto de 1961, dividió a la ciudad en dos partes, entre el sector soviético de un lado y los sectores aliados (estadounidense, británico y francés), del otro.
La República Democrática Alemana (RDA, comunista) pretendía frenar con este muro el éxodo de habitantes hacia el oeste y construir "una muralla contra el mundo capitalista".
La última gran parte del muro, la "East Side Gallery", 1,3 kilómetros de hormigón decorado por 118 artistas de todo el mundo en 1990, se extiende a la largo de una avenida abandonada a la contaminación de los automóviles.
Los frescos son apenas reconocibles bajo los grafitis de los turistas y la lluvia ha carcomido la estructura del muro, considerado monumento histórico.
Algunos artistas, reunidos en una asociación, luchan para que sea restaurada esta galería al aire libre. Sin embargo, las obras fueron postergadas hasta 2008, ya que faltan todavía dos millones de euros (2,92 millones de dólares). Hasta ahora, la ciudad de Berlín ha desbloqueado para este fin 1,3 millones de euros (1,9 millones de dólares).
Muchos lamentan la falta de entusiasmo a la hora de salvar estos vestigios, mientras que otros proyectos, como la reconstrucción del antiguo Palacio Real de los Hohenzollern, que reinaron en Prusia, reciben enormes fondos, estimados actualmente en 480 millones de euros (700,8 millones de dólares).
"Si se pueden reunir centenares de millones para la reconstrucción de un palacio frecuentado por algunas personas, se podrían encontrar algunos euros para las pinturas que todo el mundo quiere ver en Berlín", sugirió Stefan Jacobs.
El primer puesto de frontera que se abrió el 9 de noviembre de 1989 a las 23H30 locales ante las cámaras de televisión, el de la Bornholmstrasse, es sin duda el gran símbolo de este muro.
Sin embargo, hoy en día hay que hurgar mucho para encontrar una simple placa conmemorativa: "En la noche del 9 al 10 de noviembre de 1989, sobre el puente de la calle Bornholmer, el Muro fue abierto por primera vez desde el 13 de agosto de 1961. Los berlineses se volvieron a encontrar".
El próximo viernes, día del aniversario de la caída del muro, los diputados alemanes deberán debatir un proyecto de "Memorial de la libertad y la unidad" en recuerdo de este acontecimiento.
La reunión se celebrará a pocos metros de las cruces de madera que fueron plantadas cerca del Bundestag en memoria de los que cayeron intentando atravesar el muro de la vergüenza.
Hoy invisible, el muro o su ausencia siguen siendo la principal atracción turística de Berlín y trocitos de hormigón de 14 centímetros, debidamente autentificados, se venden a 100 euros (146 dólares) en algunas tiendas.
Una pregunta se repite sin cesar en la boca de todo aquel que visita la capital: "¿Estamos en el este o en el oeste?"