Los cambios demográficos que han ocurrido en el Líbano tras la llegada masiva de refugiados sirios han cambiado la realidad interna del país y el balance político que históricamente existía entre cristianos y musulmanes sunitas y chiitas.
Uno de los que más han sufrido el impacto ha sido Hezbollah, ya que el incremento de sunitas pone en riesgo su liderazgo local, que se suma a las críticas que ha recibido por su participación en la lucha contra Estado Islámico (EI) en Siria.
“Muchas madres los están criticando porque les dicen que está bien que manden a sus hijos a luchar contra los sionistas pero no contra otros musulmanes. Ahora les espera un camino arduo, porque han puesto en evidencia quiénes son”, afirma Matthew Levitt, autor de Hezbollah: las huellas en el mundo del partido de Dios en una entrevista con PERFIL durante su reciente visita a la Argentina.
—¿Cómo es su situación actual en El Líbano?
—Su liderazgo está intacto. Cualquiera que diga que es sólo un grupo terrorista está equivocado: es un grupo político y les importa mucho la posición de El Líbano, lo que los complica y al mismo tiempo les hace alcanzar el éxito. Están involucrados en Siria, han tenido pérdidas de tres comandantes y un muchacho de 15 años, y esto está afectando negativamente su posición política en su país.
—¿Qué impacto tuvo en su imagen este involucramiento?
—Debido al crecimiento de EI y de grupos sunitas muy radicalizados no sólo en Siria sino también en El Líbano, mucha gente que estaba muy enojada con Hezbollah ahora está diciendo que los apoya, no los perdona, pero son los únicos que pueden protegerlos de esos bárbaros. Igualmente, están pasando un tiempo difícil porque los sunitas los ven como el enemigo, que están con Irán en defensa del régimen de Bashar al-Assad, que usó armas químicas contra ellos y causó hambrunas.
—¿Está en peligro su poder en El Líbano?
—No, es la fuerza militar más fuerte del país, más que el Ejército. Nadie tiene capacidad para derrotarlos, pero ha desaparecido la posición de poder que disfrutaban hasta hace poco. El Líbano es un país dividido y esta guerra sectaria que se está llevando a cabo dificulta las cosas para cualquier partido sectario. Además de eso, han llegado cerca de dos millones de refugiados sunitas desde Siria en una población de cinco millones. Esto está cambiando totalmente su equilibrio demográfico, ya que su orden político se basa en el equilibrio demográfico y en el mediano plazo esto va a plantearles problemas muy grandes.
—¿Qué capacidad operativa tienen en Latinoamérica?
—Siguen viendo oportunidades en Sudamérica. En general, regresan a los lugares en los que ya han operado y otras veces buscan dónde trabajar con impunidad relativa, porque hay menos autoridades o no tienen la capacidad o no están mirando en esa dirección. También procuran ingresar donde cuentan con un potencial de ayuda de gente suya o iraní, y ahora están enfocados en captar personas con doble nacionalidad.
—¿Qué nivel de penetración tiene Hezbollah en la Triple Frontera?
—Continúan teniendo gente que los apoya, algunos miembros importantes, con entrenamiento y capacidad militar. La gran mayoría de su actividad es financiera, hay mucho contrabando, falsificación y un creciente traslado de drogas. Parte se lo quedan ellos, y el resto va a El Líbano.
—¿Cuán peligroso podría ser para la Argentina?
—Irán y Hezbollah continúan teniendo una presencia, individuos que recaban información. ¿Podrían hacer cosas? Sí, pero no creo que quieran hacerlas en este momento. No quiero ser alarmista.