El salvaje asesinato de la joven tatuadora alemana Shani Louk y la grotesca profanación de su cuerpo a bordo de una camioneta repleta de terroristas de Hamás no es simplemente un crimen de guerra, sino que esconde el símbolo de una de las raíces del problema, que fue explicado brillantemente no por un reconocido analista sino por una reina de belleza.
Shani, una joven de 22 años, viajaba por el mundo junto a su novio mexicano, Orión Hernández, y se encontraba en Israel justo a tiempo para una fiesta rave por la paz y la naturaleza cerca del kibutz Re’im, en el Negev, en el desértico sur del país.
El lugar del festival Nova, donde se reunieron unos tres mil jóvenes, terminó siendo una carnicería, un tiro al blanco para los pistoleros infiltrados de Hamás que aterrorizaron la zona el sábado 7 de octubre.
Según el servicio religioso de emergencias Zaka, especializado en la recuperación de cuerpos de acuerdo con las reglas judías, allí fueron asesinadas 260 personas, chicos y chicas que habían llegado para bailar y conocer gente.
En un video difundido con ganas por el grupo extremista y sus seguidores, se puede ver a Noa obligada a subir a la parte posterior de una moticleta para llevarla a un túnel o una «casa segura» en Gaza, mientras suplicaba: «no me maten»
De Noa todavía no se supo nada más, al igual que del novio mexicano de Shani. Pero de la joven alemana sí se supo, y de la peor manera. Louk fue la triste protagonista involuntaria de uno de los primeros videos virales que hicieron circular los terroristas.
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A Shani se la ve semidesnuda sobre una camioneta, un palestino con una pierna sobre su cuerpo destrozado por los golpes, desarmado como una muñeca rota, con los huesos quebrados, y un niño, también palestino, que se acerca para escupir el cadáver de la tatuadora alemana.
Alrededor, una pequeña muchedumbre grita «Al lahu-akbar», o Alá es grande.
Shani era joven, alegre, le gustaba vestirse dejando ver partes de su cuerpo, como cualquier muchacha occidental, en especial del estilo «artístico» de esta alemana-israelí. Tenía también piercings en los labios y en la nariz.
Era una mujer libre, una especie de ser humano que incomoda en diversos grados a los fundamentalistas religiosos, hasta llegar a la brutalidad de los terroristas islámicos como los de Hamás o ISIS.
Los infiltrados del sábado no se lo perdonaron: la rompieron a golpes, la escupieron, la exhibieron como trofeo en la parte trasera de una sucia camioneta y vaya a saberse qué más.
¿Y por qué? ¿Para qué? ¿Qué ganó la causa palestina con el martirio de Shani Louk, a quien se pudo identificar gracias a las rastas en su cabello y un tatuaje? (Luego también se supo que restaba una humillación más: su tarjeta de crédito fue usada en Gaza).
Las respuestas quizás mejor no buscarlas entre comentaristas, analistas o expertos en terrorismo, fundamentalismo, sociólogos o politólogos, porque en un posteo en la cuenta de Instagram de una reina de belleza nos da buenas pistas.
Se trata de Sarah Idan, la representante de Irak en el certamen Miss Universo del 2017 que se llevó a cabo en Las Vegas en noviembre de ese año. Allí, Sarah se hizo famosa, pero no por haber ganado.
A la joven iraquí se le ocurrió que el clima de camaradería entre las chicas era una salvaguarda suficiente para una loca idea: sacarse una selfie con nada menos que la miss Israel en el certamen en la ciudad estadounidense, Adar Gandelsman.
La furia que desató esa inocente fotografía fue épica. Para peor, desfiló en bikini. Cuando regresó a casa, las amenazas de muerte llegaron a ser tan intensas que Sarah se vio forzada a mudarse a Estados Unidos.
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Ahora, Sarah es una decidida sostenedora de Israel y hasta se lanzó a la carrera política en Los Angeles. A menudo habla en contra de lo políticamente correcto, en favor de los derechos de las mujeres en los países árabes y de una renovación laica del Islam.
Cuando vio el estremecedor video del cuerpo saqueado de Shani Louk, lo comentó entre lágrimas con una amiga también musulmana y después salió a Instagram a compartir sus pensamientos con sus casi cien mil seguidores. Y la dejamos hablar:
«Buscamos el Instagram de Shani Louk para mirar sus publicaciones: solo una joven inocente que amaba la vida, la música y el baile. Lloramos viendo las bárbaras imágenes de cómo Hamás le rompió los huesos y exhibió su cuerpo como animales».
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«Sabíamos exactamente por qué, porque sabemos cómo son los islamistas en nuestra cultura: deshumanizan inmediatamente a cualquier mujer que se atreva a mostrar algo de piel».
«Hay algo fundamentalmente malo en una religión que degrada a las mujeres; no podemos seguir ignorando la causa fundamental del Islam radical, que es la falta de reforma en nuestra religión. ¡El Islam necesita ser reformado!».
«Las mujeres deben ser tratadas con respeto independientemente de cómo se vistan, y se les debe permitir elegir si son religiosas o no. ¡Suficiente es suficiente! Sólo dos chicas musulmanas hablando desde el corazón al vacío, esperando que nuestra gente cambie».
Publicada originalmente en https://www.israeleconomico.com/
PM CP