agencias
Jerusalén
El discurso duro del primer ministro israelí, Benjamin Netanyahu, previo a las elecciones se transforma en política y diplomacia una vez que triunfó y se encuentra con el desafío de gobernar y las presiones del gobierno de los Estados Unidos. Ayer, por caso, Israel anunció que volverá a entregar a la Autoridad Palestina los impuestos que recauda en su nombre, tras haber decidido retenerlos a principios de este año. La medida de principios de año se anunció tras la adhesión de los palestinos a la Corte Penal Internacional (CPI).
Todos los meses, Israel transfiere a la Autoridad unos 127 millones de dólares de aranceles aduaneros sobre productos destinados a los mercados palestinos que transitan por puertos israelíes.
Los ingresos son un elemento esencial en la economía de la Autoridad, dado que representan dos tercios de su presupuesto.
“Los ingresos de los impuestos acumulados durante febrero se transferirán, tras haber descontado lo abonado por servicios a la población palestina, incluyendo electricidad, agua y facturas de hospital”, indicó la oficina del primer ministro en un comunicado.
Claramente, se trató de una decisión pensada para la comunidad internacional: “Esta decisión fue tomada por razones humanitarias y globalmente en función de los intereses israelíes del momento”, dijeron los servicios de Netanyahu. El gobierno palestino, por su parte, indicó que “hasta ahora, no hemos recibido ni dinero ni información oficial”, dijo a la AFP un portavoz, Ihab Bseiso.
El objetivo del gobierno de Benjamin Netahyahu sería presionar a los adversarios, pero no producir su desplome concreto, dado que esto produciría una crisis internacional de consecuencias aun más graves que las actuales.
La coexistencia de dos Estados, uno israelí y otro palestino, es el punto clave del plan de Estados Unidos y de la comunidad internacional.
