INTERNACIONAL
¿ESTRATEGIA ELECTORAL?

Jair Bolsonaro quiere llevar a Brasil el corazón de un emperador para celebrar el Bicentenario

Por vías diplomáticas, el gobierno pidió a Portugal que "preste" el órgano de Pedro I, primer gobernante brasileño, que se conserva desde hace 180 años en una iglesia de Oporto. No será una negociación fácil.

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Jair Bolsonaro quiere llevar a Brasil el corazón de un emperador para celebrar el Bicentenario | CEDOC

El presidente de Brasil, Jair Bolsonaro, hizo un pedido formal al gobierno de Portugal para llevar a su país el corazón del emperador brasileño Pedro I (1798-1834), que se conserva en una iglesia de Oporto.

El gobierno brasileño, a través de su embajador, dijo a Portugal que desea que se le "preste" el órgano del monarca para participar de las celebraciones del Bicentenario de la Independencia, en septiembre.

El embajador de Brasil en Portugal, George Prata, dijo que las negociaciones entre los países para el traslado del corazón imperial "ya comenzaron e incluso están avanzadas".

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El emperador Pedro I (hijo de Juan VI de Portugal y Carlota Joaquina de España) proclamó la Independencia de Brasil el 7 de septiembre de 1822, simbolizada en el grito "¡Independencia o muerte!"

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Pero la administración Bolsonaro sabe que no será una negociación fácil, ya que existe cierta división entre los obispos de la Diócesis de Oporto, que están a cargo de la conservación del corazón de Pedro I, según informó Monarquias.com.

La hermandad religiosa que custodia el corazón imperial todavía no respondió a la petición y quiere se realice una investigación sobre el órgano y asegure que el viaje transatlántico no pondrá en peligro la integridad física de la reliquia.

El bolsonarismo es muy consciente de que, aunque el Imperio brasileño terminó oficialmente en 1889 con la proclamación de la República, muchos brasileños reivindican con nostalgia la "época de oro" de Pedro I y su sucesor, Pedro II (1825-1891), así como el período en que su hija, la princesa Isabel, gobernó como regente. 

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Pedro I abdicó al trono imperial en 1831 y regresó a Portugal, su país natal. En su testamento, expresó que quería que su corazón se quedara en la ciudad de Oporto, una ciudad ligada especialmente a su vida.

Aunque solo un 10% de los brasileños (7 millones) se pronunciaron por la restauración de la monarquía en una consulta popular en 1993, los herederos del último emperador están convencido de que esa opción sería mayoritaria y los monárquicos se cuentan por miles.

Los partidos de la izquierda brasileña, por otra parte, temen que Jair Bolsonaro utilice la travesía trasatlántica de casi 9.000 kms. del corazón imperial para impulsar su campaña política antes de las elecciones presidenciales, previstas para octubre.

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Pedro I fue obligado a abdicar en 1831 en medio de una tormenta política y dejó la corona en manos de su hijo, el emperador Pedro II.

El emperador Pedro I (hijo de Juan VI de Portugal y Carlota Joaquina de España) proclamó la Independencia de Brasil el 7 de septiembre de 1822, simbolizada en el grito "¡Independencia o muerte!", que pasaría a la historia como el "Grito de Ypiranga" (por haber tenido lugar en el ríachuelo Ypiranga, San Pablo).

A continuación, Pedro de Braganza anunció que se quedaría en Brasil, desobedeciendo a su padre y a la corte portuguesa, y que establecería una monarquía constitucional: "Como es para el bien de todos y felicidad general de la nación, estoy listo; diga al pueblo que me quedo".

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Aunque el ex emperador no había mencionado el lugar donde quería que su corazón se conservara, se decidió enviarlo a  la Iglesia de Nossa Senhora da Lapa.

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El 12 de octubre de 1822 Pedro I fue proclamado Emperador de Brasil y su coronación se celebró el 1 de diciembre del mismo año. Portugal tardó siete años en reconocer la independencia de Brasil, en 1829, cuando la nueva familia imperial ya estaba profundamente enraizada en Brasil. 

Pero tras embriagarse de poder y dar muestras crecientes de autoritarismo, Pedro I fue obligado a abdicar en 1831 en medio de una tormenta política y dejó la corona en manos de su hijo, el emperador Pedro II. Al abdicar, dijo estar seguro de que su hijo, nacido y criado en suelo brasileño, sería mejor aceptado por sus súbditos.

"Deseo que sean felices. Me retiro a Europa y dejo un país que amé y que todavía amo", dijo al despedirse. Volvió a Portugal con la idea de derrocar a su hermano, que se había erigido como monarca absoluto con el apoyo de la intrigante reina Carlota Joaquina.

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Los restos mortales (excepto el corazón) de Pedro I y de la emperatriz Amelia se encuentran en la cripta del Monumento a la Independencia en el barrio de Ipiranga, en San Pablo.

El corazón en Oporto, el cuerpo en San Pablo

Pedro I, conocido todavía por los brasileños como el "Libertador" jamás volvió a pisar suelo brasileño y pasó los últimos años de su vida en Portugal.

En su testamento, Pedro I dijo que quería que su corazón se quedara en la ciudad de Oporto, una ciudad ligada especialmente a su vida, pero que su cuerpo reposara en San Pablo, la capital de su antiguo imperio.

"Don Pedro ofreció su corazón a Oporto porque vivió aquí durante los meses del Sitio de Oporto [entre julio de 1832 y agosto de 1833] y había una complicidad enorme entre él y la población. Fue un gesto único en la historia de Portugal", explicó el historiador portugués Ribeiro da Silva.

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Los partidos de la izquierda brasileña, por otra parte, temen que Jair Bolsonaro utilice el traslado del corazón imperial para impulsar su campaña por la reelección.

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Aunque el ex emperador no había mencionado el lugar donde quería que su corazón se conservara, se decidió enviarlo a  la Iglesia de Nossa Senhora da Lapa, al norte de Oporto, por petición de su hija y sucesora en el trono de Portugal, la reina María I de Braganza.

Su voluntad de que sus imperiales huesos fueran enviados a Brasil se cumplió recién en 1972, coincidiendo con el 150° aniversario de la Independencia. Desde entonces, los restos mortales de Pedro I y la emperatriz Amelia se encuentran en la cripta del Monumento a la Independencia en el barrio de Ipiranga, en San Pablo.

Mientras tanto, el corazón se quedó en Portugal, está protegido y guardado en formaldehído dentro de un recipiente de vidrio.

ds