Suecia se vistió de gala para celebrar la boda de la princesa Victoria con su ex profesor de gimnasia, Daniel Westling, pese a que menos de la mitad de los suecos apoya la monarquía. Estocolmo, conocida también como la Venecia del Norte, constituye un entorno único para una fiesta nupcial que fue deslumbrante y que según trascendió, costó 10, 4 millones de euros.
Este acontecimiento es "mucho más importante que todos los organizados" por la Casa Real, había dicho este viernes Nina Eldh, directora de comunicación de la Corte. Pero una encuesta realizada por el instituto FSI intentó aguar la fiesta. Ya se sabía que el apoyo de la población a la Corona iba en declive, pero las últimas cifras hablan por sí solas: desde 1996, el número de suecos que estima que la monarquía es "algo bueno para Suecia" pasó de 70% a 46%, asegura el sondeo.
El número de los que piensan que es "algo malo" se duplicó en casi 15 años, de 10% a 25%, añade el sondeo, realizado entre marzo y abril pasado con una muestra de 1.800 personas de 18 a 79 años. La popularidad de la realeza tampoco pasa por su mejor momento ya que cayó del 69% al 40%. No obstante, ello no impidió reunir a 1.200 invitados, entre los que destacan las familias reales, sobre todo europeas, que ocuparán la primera fila.
Los festejos ya se consideran el mayor recorrido jamás realizado en la historia de la monarquía sueca, precisó el coronel Richard Beck-Friis del Estado Mayor real, a cargo de la coordinación. Unos 6.000 hombres velaron por la seguridad de los novios en 7 kilómetros a lo largo de los cuales veinte fanfarrias entretenían público presente. Unos veinte buques anclados en las bahías de Estocolmo completarán el paisaje. Los organizadores de esta boda histórica no han dejado nada al azar e incluso instalaron ocho puestos de acogida para niños perdidos. "Siempre es un problema cuando hay mucha gente en la ciudad", explica el coronel.
Fuente: AFP