Yo me vuelvo”, dijo, con cierto gesto de resignación, José Manuel Cordero, un electricista oriundo de Bahía Blanca que llegó a Madrid en 2003 para emplearse en una empresa que provee infraestructura para la construcción de carreteras y subterráneos en toda España. Hace poco más de un año, Manuel sufrió un accidente laboral que le provocó el corte de los tendones del hombro derecho; desde entonces percibe una pensión por incapacidad, y si bien está habilitado para realizar otros trabajos, no consigue nada. “Ahora estoy pensionado, pero apenas me alcanza para sobrevivir”, explicó.
La situación de Cordero no es particular si se tiene en cuenta que en España el desempleo superó el 20% y afecta a más de 4,5 millones de trabajadores. Los inmigrantes, uno de los grupos más vulnerables debido a su situación de desarraigo, no escapa a la crítica situación. Sobre un total de 44 millones de habitantes, las estadísticas hablan de 4,8 millones de inmigrantes, pero son cerca de 6 millones si se suman los indocumentados.
En ese grupo, la cifra oficial de argentinos en España asciende a 289.626, de los cuales 104.227 tienen nacionalidad española. Pero se calcula que hay unos 50 mil argentinos más que residen aquí sin documentos. Entre los inmigrantes, el índice de desocupación trepó del 8,9% hasta el 22,3% en el último año, e impulsó a más de 7 mil argentinos a retornar a su país, según apuntan las estadísticas del Instituto de Estadísticas de España (INE).
“¿Si me preguntás por una sensación?... Frustración”, reflexionó el reconocido documentalista argentino –afincado en España desde 2002– Juan Carlos Iniesta. El autor del documental Retorno: un viaje al origen, que relata las vivencias de los españoles que deciden retornar, luego de toda una vida fuera de España, lo ve “bien difícil”.
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