Santiago - En medio de vítores de miles de sus adherentes, que reivindicaron su figura y obra, el ex dictador chileno Augusto Pinochet, fallecido el pasado domingo, recibió el último adiós de quienes lo consideran el "segundo padre de la patria".
A la misma hora en que se desarrollaban las exequias del ex gobernante en la Escuela Militar, sus opositores se reunían frente al
monumento del presidente socialista Salvador Allende, a un costado de La Moneda, la sede de gobierno, en el que destacaban pancartas que decían: "El tirano murió, Allende vive".
"Nosotros no nos alegramos por la muerte de una persona, nos hemos alegrado legítimamente por la muerte de un dictador sangriento, un tirano", subrayó el presidente del Partido Comunista, Guillermo Teiller.
Las exequias del general retirado comenzaron a las 11 con una misa, luego de lo cual se abrió paso a varios discursos y, posteriormente, el ataúd fue sacado de la Escuela Militar para trasladarlo hasta un cementerio de la localidad costera de Concón, a unos 140 kilómetros al noroeste de Santiago, donde sus restos serían cremados entre hoy y mañana miércoles.
A la ceremonia en la Escuela asistieron sus familiares, militares activos y retirados, ex colaboradores de la dictadura de Pinochet parlamentarios y dirigentes políticos de derecha, además de varios miles de sus partidarios. Por el gobierno sólo concurrió la ministra de Defensa, Vivianne Blanlot, quien fue abucheada e insultada por la concurrencia que también destacaron
los ataques contra periodistas que cubrían las exequias.
Tras la misa vinieron los discursos en los que se destacó la figura de militar y de gobernante, además de su rol como padre y
abuelo, según precisó Lucía Pinochet, su hija mayor, quien dijo que su progenitor fue un hombre ejemplar y responsabilizó a la prensa internacional de la mala imagen que tiene su padre en el mundo.
Dejando de lado la prescindencia política que se le exige a un uniformado, uno de sus nietos, un capitán de Ejército, que lleva el
mismo nombre y apellido que su abuelo, pronunció unos de los discursos más controvertidos de la jornada, tras afirmar que Pinochet fue un soldado ejemplar y capaz de derrocar al marxismo, lo que lo convirtió en uno de los líderes "más prominentes" a nivel mundial.
"(Derrotó) en plena guerra fría al modelo marxista, que pretendía imponer su modelo totalitario no mediante el voto sino, derechamente, por el medio armado", subrayó Augusto Pinochet Molina, que se ganó la ovación de los asistentes.
Horas más tarde, la ministra Blanlot comentó que un oficial del Ejército "no puede hacer declaraciones políticas", por lo que lo más
probable es que el oficial pueda tener alguna sanción institucional.
Tras los discursos de ex colaboradores de Pinochet y del actual comandante en jefe del Ejército, el general Oscar Izurieta,
autoridades castrenses entregaron a la viuda, Lucía Hiriart, de 84 años, la bandera que cubría el ataúd.
Luego de escuchar los homenajes, el legislador socialista Sergio Vitar evaluó que los partidos de derecha Unión Demócrata Independiente y Renovación Nacional se "pinochetizaron" tras la muerte del dictador. Legisladores de ambas formaciones concurrieron en gran número al funeral.
Las debilidades de la democracia chilena quedaron expuestas cuando Blanlot no se animó a definir una sanción contra el nieto de Pinochet por realizar una proclama política y se limitó a decir que una eventual penalización será definida por el Ejército.
Los restos del extinto general, que murió a los 91 años, fueron trasladados vía aérea hasta Con Con, donde se realizará la cremación. Ni la familia ni la institución habían informado donde quedará el ánfora que guardará sus cenizas.