INTERNACIONAL
a un mes de los juegos de invierno

La diplomacia olímpica aviva la esperanza de paz en las dos Coreas

El martes, ambos gobiernos se reunirán para discutir la participación de los norcoreanos en la cita deportiva. ¿Negociación real o trampa de Kim?

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Escenario. Los negociadores se reunirán en Panmunjom, un enclave localizado en el paralelo 38, la frontera que divide Corea del Sur y Corea del Norte. | AFP

Las amenazas nucleares de Kim Jong-un y de Donald Trump no impidieron que Corea del Norte y Corea del Sur abrieran esta semana la puerta a un incipiente diálogo diplomático, con motivo de los Juegos Olímpicos de Invierno de 2018, que se realizarán en febrero en la ciudad surcoreana de PyeongChang. El dictador comunista propuso reabrir el diálogo con Seúl, tras dos años de silencio diplomático, y el presidente Moon Jae-in recogió de inmediato el guante, por lo que negociadores de ambos gobiernos se encontrarán el próximo martes en la frontera, en la primera bilateral en los últimos dos años.

El acercamiento sorprendió a Trump a contramano, cuando endurecía su retórica contra el régimen de Pyongyang, aunque retrocedió en sus pasos y canceló los ejercicios militares conjuntos con Seúl, que iban a coincidir con la cita olímpica. El interrogante, sin embargo, quedó flotando en el aire: ¿la iniciativa será una maniobra de distracción de Kim para aflojar las sanciones contra su gobierno o el deporte contribuirá a bajar las tensiones militares en la península coreana?

Greg Scarlatoiu, director ejecutivo del Comité para los Derechos Humanos en Corea del Norte, una ONG norteamericana, consideró que el acercamiento es una nueva “trampa” tendida por Pyongyang. “Los surcoreanos lucieron demasiado ansiosos y apresurados al aceptar la propuesta de Kim Jong-un. Eso es entendible, dado que Corea del Sur quiere organizar unos exitosos Juegos Olímpicos de Invierno y Kim puede arruinar esa fiesta”, afirmó a PERFIL.

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Seúl propuso enviar el martes a Panmunjom, el pueblo militarizado localizado en la frontera, a una delegación con funcionarios de alto nivel, entre ellos el ministro de Reunificación, Cho Myong-gyon. Pyongyang, en tanto, designaría a Ri Son-gwon, titular del comité que gestiona los asuntos intercoreanos en el Norte. Se espera que en el encuentro, ambas partes conversen sobre el modo en que los atletas norcoreanos viajarán al sur –si es por tierra, se requerirá un acuerdo militar– o sobre la posibilidad de que ambos países desfilen bajo una bandera unificada en las ceremonias de apertura y clausura, como sucedió en los Juegos Olímpicos de Sydney, en 2000.

El único miembro norcoreano del Comité Olímpico Internacional (COI), Chang Ung, anunció ayer que su país probablemente participe en los Juegos de Invierno que se celebrarán en el condado surcoreano de PyeongChang. “Corea del Norte seguramente participe”, afirmó a la agencia japonesa Kyodo. La gran incógnita, sin embargo, pasa por saber si, más allá de la discusión logística sobre la cita deportiva, habrá voluntad para mejorar la relación bilateral a mediano y largo plazo.

Los presidentes de Corea del Sur, Moon Jae-in, y su homólogo de Estados Unidos acordaron retrasar las maniobras militares anuales que realizan ambos países hasta después de los Juegos. “Es un error estratégico grave. Hemos cancelado los ejercicios conjuntos sólo porque reabrieron una línea telefónica”, opinó Scarlatoiu, en referencia a la reutilización esta semana del teléfono rojo que comunica a ambos gobiernos.

Conflicto. Las dos Coreas están divididas desde 1953 por una frontera artificial situada en el paralelo 38, fijada tras tres años de guerra y la firma de un armisticio que nunca culminó en un tratado de paz. La Guerra Fría finalizó hace 26 años, pero aún perdura en Seúl y Pyongyang.

Los Juegos Olímpicos de Invierno abrieron ahora una nueva ventana de oportunidad para la diplomacia y la paz. El acercamiento entre ambas partes puede contribuir a aliviar la tensión tras las continuas pruebas armamentísticas de Pyongyang y las beligerantes respuestas de Donald Trump.

La llama olímpica encenderá en febrero las esperanzas de paz de millones de coreanos, divididos hace 65 años por un conflicto que separó a muchas familias, cuyos integrantes quedaron de un lado y del otro del paralelo 38, la Cortina de Hierro asiática. Resta aún saber si ese espíritu perdurará una vez que el pebetero se extinga y las delegaciones olímpicas regresen a sus países.