Con 42 muertes comprobadas y 1.112 personas infectadas, según el último anuncio de la Secretaría de Salud, México hoy intenta recuperar cierto grado de normalidad. Por sexto día consecutivo no hubo muertes en el D.F. (Distrito Federal), la ciudad en la que comenzó la crisis sanitaria. Sus autoridades crearon un Sistema de Alerta de cinco niveles, que se inspira en un semáforo y va del verde al rojo profundo. Desde ayer está detenido en un naranja suave que significa “riesgo elevado de epidemia”, a dos casilleros del alerta total.
Los alumnos de la escuela secundaria y la universidad retornaron a clases. Los más chicos deberán esperar hasta el lunes para regresar a la escuela. Ellos fueron quienes más sufrieron el encierro forzado al que se vieron sometidos en las últimas semanas. Sus padres se quejaban de no saber ya cómo entretenerlos y algunos aprovecharon el feriado de ayer y el alivio que brindaron las palabras del Presidente Calderón, afirmando que el peor momento de la crisis parecía superado, para salir a las calles y darle por un rato respiro a los barbijos y el gel bactericida.
En las ciudades del interior del país, los cambios no resultan tan significativos como en el D.F. donde la actividad se paralizó casi por completo entre el 30 de abril y el día de hoy. Pero este retorno tiene condiciones. Todavía no se permiten eventos que reúnan multitudes. Sólo las oficinas, restaurantes y bares pueden volver a funcionar, y con restricciones: las personas deben sentarse a 2, 25 metros entre sí y pueden ser sometidas a un control de fiebre y a limpieza de manos antes de entrar. Se recomienda también mantener las ventanas abiertas y desinfectar en forma permanente cubiertos, cartas, mesas, sillas y cualquier utensilio que se use en el lugar. Los condimentos deben servirse en sobres individuales y se desaconseja lucir corbata, reservorio predilecto de virus y bacterias. La noticia de hoy es que también los billetes pueden transportar la enfermedad durante aproximadamente diez horas.
Para los que tuvimos que transitar la ciudad en los últimos días, este estado de “libertad condicional” es liberador. La angustia retrocede. La situación todavía es grave, pero el fin de la pesadilla empieza a adivinarse.
(*) editora de la revista Noticias