Hace falta un poco más que buena voluntad para que una mujer de 45 años use ropa que estrenó 15 años atrás. Por diferentes motivos. Pero los tiempos son difíciles, y en Europa hasta las princesas tienen que acortar gastos: la infanta Elena, hija mayor de los reyes de España sorprendió a los españoles el pasado miércoles, en el desfile por el Día Nacional de su país, al usar el mismo vestido que usó en la boda de su hermana, Cristina, allá por 1997. Para ser exactos, 14 años, 11 meses y 13 días.
La figura de Elena de Borbón -apasionada por la equitación- no cambió nada, y su divorcio -hace cuatro años- parece haberle sentado muy bien. Su aspecto físico, algo estrictamente cuidado y controlado entre las princesas europeas, se mantiene tan bien como hace tantos años, por lo que no le fue nada difícil revisar el armario y repetir vestido, diseñado por Christian Lacroix en 1997.
La primogénita de los Borbones quiso dar el ejemplo en plena crisis financiera y ajustarse a las palabras de su padre, que hace un par de semanas hacía hincapié en los sacrificios que serían necesarios, de parte de todos los españoles, para afrontar la crisis. Lo mismo que hizo hace un tiempo la princesa Ana de Inglaterra, al volver a usar el vestido que usó en 1981, para el casamiento de Carlos y Diana.
Los medios españoles no hicieron otra cosa que elogiar a la infanta, considerada entre las mujeres más elegantes de España: “La infanta Elena ha vuelto a dar una lección de estilo, además de tener un gesto de austeridad que tanto se echa de menos en la clase dirigente”, consignó El Mundo. El monárquico ABC meditaba: “una cosa es vivir en tiempos de crisis, pero otra muy distinta es perder el buen gusto. Y la Duquesa de Lugo no lo pierde jamás”.
El desfile militar de la Fiesta Nacional española -que recuerda el Descubrimiento de América- es una de las grandes (y pocas) ocasiones anuales en que la siempre discreta Familia Real tiene oportunidad de lucirse. El desfile de este año -en el que participaron más de 3.000 militares, 147 vehículos y 55 aviones y helicópteros- fue muy particular. La crisis económica, la impopularidad del gobierno y la debilidad física del rey Juan Carlos caracterizaron la jornada.
El rey -que fue operado dos veces este año- asistió con un bastón y no permaneció de pie durante todo el desfile. Se trató del último desfile al que José Luis Rodríguez Zapatero asistió como presidente del Gobierno. La seguridad quiso impedir que el gobernante y la familia real oyeran los abucheos de algunos "indignados", y el público más cercano se encontraba situado a más de 500 metros de las tribunas principales.
(*) especial para Perfil.com