De momento a otro, durante la ceremonia de pontificación, el papa Francisco pidió a los choferes que detengan el papamóvil. Entonces se bajó, caminó unos metros y besó la frente de Cesare Cicconi. "Luego nos pidió, a mí y a mis compañeros, que recemos por él. Todos le dijimos gracias y el respondió: ‘gracias a ustedes’", relató el protagonista a los medios italianos.
La imágen recorrió el mundo y quedará como una de las postales de un día único para Francisco, pero distinto es para Cicconi, italiano de 50 años, al que un papa besa por segunda vez: en 1982 en una audiencia privada con los fieles de San Benedetto del Tronto "Juan Pablo II me besó y hoy lo volvió a hacer el papa Francisco", expresó con felicidad.
Su historia. Solo puede mover su mano, gracias a un dispositivo. Todo empezó a los ocho meses, cuando los médicos le dijeron a sus padres que Cesare padecía esclerosis lateral amiotrófica.
Casi sin movimiento alguno, acostado en una camilla, el Cicconi mantiene las esperanzas y viaja por el mundo con la Unión nacional de transporte de enfermos a santuarios, (Unitalsi) con quienes se encontraba hoy en la Plaza San Pedro. "Soy un católico practicante y desde siempre socio de la Unitalsi porque mis padres ya formaban parte de la asociación", contó.
El beso que le dio Francisco "le dejó la sonrisa impresa en la cara" dijeron sus amigos y, según informó la agencia ANSA, Cicconi la necesitaba más que nunca: su mamá, Sandra, de 72 años, murió hace pocos días y ahora es su hermana, Cinzia (43) quién cuida de él.
