Esta es una crónica con final abierto aunque parece predecible para un argentino. Porque en esta colección de relatos, hay oposiciones que bloquean toda iniciativa del gobierno como el sindicalismo peronista en los 80, un Barak Obama que no encuentra el rumbo y desdibujó su pretendida impronta ejecutiva pareciéndose peligrosamente a un presidente débil en 2000 en la Argentina, con creciente pérdida de popularidad y de aliados.
Pero en Washington se mantiene una fe ciega en el poder e independencia del Capitolio, en la absoluta imposibilidad de que el presidente recurra a un decreto para hacer lo que el Congreso no le permite.
Mientras tanto, como a finales de los 90 y principios del nuevo siglo en la Argentina, en los EE.UU. la bronca crece.
Los recortes al presupuesto pesan en el bolsillo de la clase media que ya no tiene crédito para mantener el hiperconsumo que globalizó al sueño americano y teme quedarse sin trabajo mientras el 1% de la población no para de enriquecerse con la catástrofe.
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(*) Especial para el diario PERFIL
