Desde París
Los dirigentes franceses más hostiles al euro buscan reproducir en Francia el fenómeno que protagonizó Alexis Tsipras en Grecia con Syriza.
Las elecciones regionales de diciembre y las presidenciales de 2017 entusiasman a esta izquierda, que mira también a Podemos en España. A su juicio, hoy una corriente dispuesta a combatir la política de austeridad de François Hollande. Los últimos comicios mostraron un fuerte repliegue de las fuerzas tradicionales y un crecimiento de la protesta. La fuerza más poderosa de Francia son hoy los decepcionados de la política, los escépticos y los antisistema, que ya no votan. La abstención llega al 48%.
Líderes. Jean-Luc Mélenchon, de 63 años, se postula como el Tsipras francés. Líder del Partido de la Izquierda, recibió al griego en París y viajó varias veces a Atenas. Lo mismo hizo con Pablo Iglesias.
Un año después de haber sido expulsado del gobierno por criticar a Hollande, Arnaud Montebourg (52) reapareció con críticas al presidente. Su ruptura le hizo perder parte del caudal que tenía en el PS, donde en las primarias de 2011 obtuvo el tercer lugar. También perdió su lugar como líder del ala más izquierdista del PS, que le fue arrebatado por los rebeldes que se sublevaron contra Hollande en los últimos meses.
A diferencia de los exitistas, Montebourg tiene una larga trayectoria en defensa del “patriotismo económico”. En 2011 resumió su posición en el libro ¡Voten por la desglobalización! Es amigo de Tsipras desde mucho antes de que accediera al poder.
Finalmente, está la ecologista Cécile Duflot, de 40 años, que también rompió con Hollande, aunque aún no es muy popular.
Pero los analistas políticos consideran que la izquierda radical tiene escaso margen para repetir la experiencia de Syriza. Sexta potencia mundial y segunda de Europa, la economía de Francia no es comparable a Grecia, país que representa apenas 2,5% del PIB total de la zona euro, el endeudamiento público no tiene el mismo impacto, el ingreso per cápita es el doble, el desempleo es sensiblemente menor y las políticas sociales han permitido hasta ahora amortiguar el impacto de la crisis.
“Eso no impide una sorpresa”, dice el analista Alain Duhamel: “El país de la Revolución Francesa conserva intactos sus genes revolucionarios”.
Decepción con Tsipras
La líder del Frente Nacional (FN) de extrema derecha, Marine Le Pen, consideraba a Alexis Tsipras como “un modelo de resistencia a Bruselas”. Incluso se esforzó por explotar ciertos paralelismos entre ambos países, como la hostilidad frente a las políticas de austeridad y frente al euro.
Su actitud cambió después de la última cumbre de la zona euro, en la que el premier griego aceptó las condiciones de Alemania y sus aliados. Marine Le Pen lo acusó de “capitular” ante Bruselas y traicionar a los electores que votaron “No” en el referéndum. “En su lugar yo hubiera interpretado ese pronunciamiento como un pedido explícito para salir del euro”, comentó.