La noticia de la separación de Ingrid Betancourt y Juan Carlos Lecompte, a sólo días de la liberación de la ex rehén, sacudió al mundo. En Colombia, sin embargo, adonde la sociedad está tristemente familiarizada con el drama del secuestro, el anuncio fue tomado con bastante naturalidad.
“Su amor por mí puede haber quedado en la selva”, reconoció Lecompte en una entrevista con el diario colombiano El Tiempo, sólo días después del rescate de su esposa y mientras ella se encontraba en París junto a sus hijos y su madre.
Se dijo que la separación tuvo que ver con supuestos affairs de Lecompte mientras Ingrid estaba secuestrada y hasta se habló de un romance entre Ingrid y uno de sus compañeros de cautiverio, el ex congresista Luis Eladio Pérez. Lo cierto, sin embargo, es que ninguna de las hipótesis fue confirmada oficialmente.
Lo que sí se sabe es que son pocas las parejas que logran sobrevivir a la dolorosa experiencia del secuestro. “Se llevaron a un hombre y me devolvieron otro”, dijo Lucy de Géchen el día en que comunicó la decisión de divorciarse de su esposo el ex congresista Jorge Eduardo, a sólo cuatro meses de su liberación.
Géchen había estado secuestrado durante seis años y al salir “se enamoró de otra”, reveló su esposa. “Nuestra separación es una de las secuelas que nos han dejado seis años de profundo sufrimiento”, admitió él en un comunicado.
Según datos de la ONG colombiana País Libre, el 48% de los matrimonios reconoce que la terrible experiencia del cautiverio golpeó fuertemente sus relaciones, informó el diario El País. Pese a que también son muchos los que logran “reencontrarse” tras la liberación, la mayoría reconoce que es difícil adaptarse a los fuertes cambios que sufrió uno de los miembros de la pareja.
” Las familias cambian pero están en el mismo ambiente. Sin embargo, uno tuvo una vivencia totalmente diferente, difícil de explicar y lograr que, con la óptica de aquí, se entienda”, relató Clara Rojas, ex compañera de fórmula de Ingrid Betancourt, a meses de ser liberada por las FARC.
La experiencia, sin embargo, también es terrible para los que se quedan. En muchos casos, las mujeres deben hacerse cargo de sostener económicamente a los hijos, de ser madre y padre a la vez, y hasta a veces de pagar las deudas que dejó el esposo.
“No somos ni viudas, ni separadas ni casadas”, explicó la mujer de un secuestrado a El País.