Después de vencer al presidente Jair Bolsonaro, el exmandatario socialista Luiz Inácio Lula da Silva volverá al poder como uno de los hombres más longevos que ocuparon la presidencia de Brasil. Pero el líder del Partido de los Trabajadores (PT) ya no es el vigoroso sindicalista de 58 años que era cuando asumió la primera presidencia, en 2002.
A los 76 años, el futuro mandatario, un exfumador que superó un cáncer de laringe, se esforzó al máximo para proyectar una imagen de vitalidad en la campaña rumbo al balotaje. Hoy tiene una voz extremadamente ronca, y por momentos le cuesta hacerse oír ante la multitud.
"Voy a tener que dejar de hablar un mes para recuperarme", bromeó el exlíder sindical antes de ganar la elección el 30 de octubre. Lula fumó durante cincuenta años y abandonó el cigarrillo en 2010, tras ser internado por hipertensión, a los 64.
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En 2011, cuando dejó el poder, fue diagnosticado con cáncer de laringe y se sometió a quimioterapia y radioterapia.
Los médicos anunciaron "una recuperación total" al año siguiente, pero su voz cada vez más deteriorada hizo que algunos lo atacaran por su salud durante la actual campaña, en particular Ciro Gomes, su rival de centroizquierda en la primera vuelta. "Lula está cada día más débil física y psicológicamente", escribió Gomes en las redes sociales, donde cuestionó su capacidad para enfrentar a Bolsonaro. Más tarde, Gomes retiró sus declaraciones y admitió haber sido "muy duro" con Lula.
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Séptimo hijo de un matrimonio analfabeto, Lula fue abandonado por su padre antes de que la familia emigrara, como millones de coterráneos, a la industrializada metrópoli de Sao Paulo. Fue vendedor ambulante y lustrabotas. A los 14 años inició su formación de tornero, perdió un meñique al manipular una máquina y al final de la década de 1970, como líder del sindicato de los metalúrgicos, lideró una histórica huelga que desafió a la dictadura militar (1964-1985).
El expresidente se casó en 1969 con Maria de Lourdes da Silva, que murió dos años después por una hepatitis contraída durante su séptimo mes de embarazo y también murió el niño que esperaba. Una tragedia que dejó una profunda marca en la vida de Lula da Silva, que tardó meses en recuperarse de la depresión.
En 1974 se casó con Marisa Leticia, fallecida en 2017 de un ACV, con quien tuvo cuatro hijos. "Cuando pierdes a tu mujer y piensas que la vida no tiene más sentido, que todo acabó, aparece una persona que empieza a darle sentido nuevamente", dijo Lula este año a la revista Time.
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"Rejuvenecer mi imagen"
Figura clave de la política brasileña durante cuatro décadas, Lula hizo de todo para lucir rejuvenecido: el exmandatario se exhibió en Instagram levantando pesas, con una camiseta sin mangas que dejaba al descubierto sus bíceps contraídos: "Me levanto todas las mañanas a las 5.30 para hacer gimnasia. Quiero vivir hasta los 120 años", rezaba el texto que acompañaba la foto.
Lula también apareció en redes sociales haciendo ejercicio, tocando la batería o enfrentando olas en el mar. También dijo sentirse "enamorado como si tuviera 20 años" de Rosangela "Janja" da Silva, una socióloga de 56 con la que se casó en mayo pasado. Un mes antes había cambiado su foto de perfil por una en que aparece con lentes de sol con cristales violeta, muy populares entre los jóvenes de las favelas: "Me pidieron rejuvenecer mi imagen en las redes sociales", justificó.
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Durante los 580 días que pasó en prisión en Curitiba tras ser condenado por corrupción en el caso Lava Jato, Lula se mantuvo en forma corriendo 9 km diarios en una cinta, según declaró. Además, recibía tratamiento para la hipertensión y era acompañado por un oncólogo.
Pero el líder de la izquierda es consciente de que su edad no es una ventaja y durante la extenuante campaña admitió que no buscará la reelección en 2026: "Todo el mundo sabe que tengo cuatro años para hacerlo todo. Un ciudadano no puede querer la reelección a los 81 años", agregó. "La naturaleza es implacable".
ds